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2020 nada que festejar, 2021 aún incierto

por Jesús Sánchez
04-12-2020

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El Rincón del Chaman  

 


 

Jesús Sánchez

 

Hasta ahora no he encontrado a nadie que quiera recordar este 2020 como un buen año, pues transcurrió entre las tinieblas de la incertidumbre. Es más, muchos quisiéramos borrarlo de un plumazo, un teclazo o con un clic.

 

La pregunta que nos tiene nerviosos es cómo viene el 2021. Seguro que la clase política estará entretenida gastando en campañas para las elecciones sin importar una tercera ola de contagios; mientras que la mayoría de los mexicanos estaremos atentos al esperanzador plan de vacunación, del que todavía no vemos claro.

 

Lo que hoy tenemos frente a nosotros es la realidad del desastre que ha dejado a su paso la crisis sanitaria y su mal manejo.

 

Decir que todo va bien no le devolverá la vida a las miles de víctimas, todos con nombre y apellido, entre ellos amigos entrañables, familiares. Tampoco sanará las heridas de los que enfermaron y la libraron ni nos devolverá la tranquilidad frente a este virus depredador.

 

Y no, no sabemos cuando terminará la pesadilla ni tenemos claro cuántos años serán necesarios para superarla, cinco años, una década, no lo sabemos.

 

El auto confinamiento es lo cotidiano. Los días han perdido algo de ellos mismos, al grado de que el miércoles es muy parecido al jueves, a veces el martes es como el lunes, aunque para algunos todos los días son como domingo, por decir algo.

 

La vida nunca volverá a ser la misma. De pronto caemos en la cuenta de que llevamos no dos sino nueve meses escuchando a un vocero dedicado a repetir las ocurrencias de su pastor, quien está convencido de que el cubrebocas es un bozal, una mordaza y no el mejor dispositivo para prevenir los contagios.

 

Seguimos sin entender por qué alguien pudo sacar a flote lo más oscuro de la miseria humana para decir que la pandemia les cayó como anillo al dedo. Lo peor es que como en todas las cortes antiguas y modernas hay personajes sin escrúpulos contratados para aplaudir.

 

La miseria

 

La tragedia del desempleo se refleja en el aumento de la pobreza. Ruin es capitalizarlo. La informalidad se desbordará en 2021 si no hacen algo para transformarla en certidumbre laboral y económica.

 

Aquellos que tuvieron que salir a trabajar este año, porque no les quedó de otra, tendrán que seguir haciéndolo. ¿Dónde está la certidumbre?

 

Los que han conservado el trabajo, son privilegiados. Sin duda, pero tampoco están tranquilos. Las empresas que han sobrevivido merecen un apoyo que no tienen.

 

Un dato escalofriante del Inegi, publicado en el sitio Pequeñas Grandes Empresas @PG_Empresas, de enero a septiembre desaparecieron un millón de Mipymes en México, por la pandemia y por la falta de crecimiento económico.

 

Y si acaban con el outsourcing, aunque sea un mecanismo laboral reconocido en el mundo, hará crecer el desempleo y abultará aún más la informalidad.

 

Es más, en las actuales condiciones económicas muchas empresas no creen sobrevivir un año mas, otras no tienen margen ni siquiera de tres meses.

 

Muchos edificios de oficinas han quedado vacíos y así seguirán. Ya veremos cuando la burocracia regrese a sus oficinas, el 4 de enero.

 

Comunicación virtual

 

La comunicación virtual es una realidad. Hace mucho que las felicitaciones y los pésames comenzaron a viajar por las redes sociales. En medio de la pandemia son casi inexistentes los encuentros de cuerpo presente para los que están y para los que ya no están.

 

Las interacciones sociales y de trabajo son vía Zoom o Discord, antes eran vía Skype. Youtube, Facebook o Twitter son plataformas de las que ya no podemos prescindir. Las pláticas familiares y de trabajo son por WhatsApp.

 

“Y eso de que tus palabras se las lleva el viento, es mentira… se quedan por ahí guardadas en un Tweet”, escribió @liebano Sáenz. Y vieran que sí.

 

Hay avances en la tecnología pero pesa más el retroceso y el estancamiento económico y social. Aunque no le guste a ya saben quién, la estrategia contra la pandemia en México es la peor evaluada en el mundo, y los resultados lo dicen todo.

 

Así despediremos al año viejo, sin nada que festejar y mucho que reclamar.

 

Este viernes se parece mucho al martes.

 

Ojalá y el 2021 en nada se parezca al 2020.

 

Columnómetro de Aquiles Baeza

 

1.- Dicen que Poncho Romo dejó su oficina en Palacio Nacional por indigestión. Por tantos sapos que comió sin hacerle gestos.

 

2.- Con la salida de Romo desaparece la Oficina de la Presidencia, la verdad es que había desaparecido hace mucho tiempo.

 

3.- Los legisladores se salieron con la suya y se burlaron del INE. Pues determinaron ellos mismsos que no tendrán que retirarse del cargo para buscar la reelección y además contarán con un fondo de apoyo. Los demás aspirantes, como hijo de vecino, tendrán que apegarse a las estrictas reglas, como diría Manolín, por mensos.

 

4.- Change.org se confirma como un espacio vital, en noviembre una iniciativa de Alejandra Mosco y trabajadores de la ENAH entregaron 53 mil firmas a Sergio Mayer, presidente de la Comisión de Cultura en San Lázaro en contra de los recortes al gasto en cultura en 2021. Siguen esperando.

A su vez el Observatorio Nacional contra el Feminicidio recolectó 18 mil firmas que se entregaron a Olga Sánchez Cordero para poner un alto a los crímenes de género. Otro gran pendiente, otro.

 

5.- Los diputados y senadores están muy lejos de la austeridad. En lugar de apretarse el cinturón como todos, piden más.

 

6.- El Ayuntamiento de Naucalpan abrió un concurso para obtener un crédito bancario, pero qué creen, ningún banco le entró y ni préstamo ni nada. Por algo será.

 

AVISO DEL REPORTERO: Con la venia de quienes leen estas líneas, nos reencontraremos en la primera semana de enero.

 

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