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Abstencionismo en Coahuila e Hidalgo

por Salvador Guerrero Chiprés
21-10-2020

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Las elecciones locales en Hidalgo y Coahuila, cuyo dato de fondo es el abstencionismo que se impuso por amplio margen y es un indicador al que hay que dar la dimensión adecuada en los resultados globales de ambas entidades, son reveladoras de los límites del PRI y los de Morena.

 

En Coahuila, el abstencionismo llegó al 61 por ciento en la elección de los 26 integrantes del Congreso, y en Hidalgo fue de 51 por ciento para definir los 84 ayuntamientos, porcentajes que representan una baja en la participación comparada con procesos estatales similares.

 

Como fenómeno social, la elección requiere un análisis de múltiples variables. Antes de pretender conclusiones, dado que la preferencia política es un continum siempre en tránsito a un nuevo estado de cosas, lo que se nos indica es la apariencia de resurgimiento mínimo del PRI y la apariencia simétrica del repliegue morenista caracterizado por ser activismo y movimiento.

 

Estas elecciones locales —que son las primeras en realizarse tras la contienda presidencial de 2018—, son interpretadas con euforia por algunos. Otros observadores apuntan a la enorme abstención que significó el escaso interés que tuvo la gente por elegir autoridades locales y la asociación de la misma con predominancia de capacidades de gobierno movilizadas en territorio.

 

El Partido Acción Nacional (PAN) fue lanzado al tercer lugar. En Hidalgo pasa de 15 ayuntamientos gobernados a nueve, mientras en Coahuila bajará de nueve a tres escaños en el Congreso. Su deterioro contrasta con la segunda posición que había logrado obtener en su derrota nacional en el 2018 y en los comicios locales.

 

Morena, por su parte, obtuvo un avance al subir de 7 a 9 ayuntamientos en Hidalgo, en tanto en Coahuila aumenta de dos a cinco escaños en el Congreso. Con estas cifras desplaza al PAN y se ubica como primera fuerza electoral de los dos estados. Morena es oposición inmediata o es predominio.

 

En algunos distritos se reclaman resultados. En medio de una jornada de quejas en que se presentaron denuncias de acarreo, compra de votos e irregularidades diversas hasta la quema de urnas y presencia de personas armadas es concluyente la actuación del aparato del gobierno local.

 

La cultura y la práctica política permanece como en tiempos previos al arrasador triunfo de Morena y como eran vigentes durante la hegemonía priista.

 

El abstencionismo es revelador del deterioro del promedio de las elecciones de medio término, la secuela del efecto en el espacio público de la pandemia y la carencia de candidatos atractivos.

 

El relativo desaliento ciudadano para emitir el voto parece corresponderse con oportunidad para la movilización que hacen los gobiernos estatales. Estructura de poder y clientelismo electoral convencional toma el lugar del activismo electoral propio de las elecciones sexenales.

 

Los gobernadores de las entidades, en Coahuila, Miguel Ángel Riquelme Solís, y en Hidalgo, Omar Fayad, ambos del PRI, saben que existe una costosa bocanada alivio y no hay victoria definitiva para el siguiente tramo.