El Rincón del Chaman
Jesús Sánchez
Hasta
ahora no he encontrado a nadie que quiera recordar este 2020 como un buen año,
pues transcurrió entre las tinieblas de la incertidumbre. Es más, muchos
quisiéramos borrarlo de un plumazo, un teclazo o con un clic.
La
pregunta que nos tiene nerviosos es cómo viene el 2021. Seguro que la clase
política estará entretenida gastando en campañas para las elecciones sin
importar una tercera ola de contagios; mientras que la mayoría de los mexicanos
estaremos atentos al esperanzador plan de vacunación, del que todavía no vemos
claro.
Lo
que hoy tenemos frente a nosotros es la realidad del desastre que ha dejado a
su paso la crisis sanitaria y su mal manejo.
Decir
que todo va bien no le devolverá la vida a las miles de víctimas, todos con
nombre y apellido, entre ellos amigos entrañables, familiares. Tampoco sanará
las heridas de los que enfermaron y la libraron ni nos devolverá la
tranquilidad frente a este virus depredador.
Y
no, no sabemos cuando terminará la pesadilla ni tenemos claro cuántos años
serán necesarios para superarla, cinco años, una década, no lo sabemos.
El
auto confinamiento es lo cotidiano. Los días han perdido algo de ellos mismos,
al grado de que el miércoles es muy parecido al jueves, a veces el martes es
como el lunes, aunque para algunos todos los días son como domingo, por decir
algo.
La
vida nunca volverá a ser la misma. De pronto caemos en la cuenta de que
llevamos no dos sino nueve meses escuchando a un vocero dedicado a repetir las
ocurrencias de su pastor, quien está convencido de que el cubrebocas es un
bozal, una mordaza y no el mejor dispositivo para prevenir los contagios.
Seguimos
sin entender por qué alguien pudo sacar a flote lo más oscuro de la miseria
humana para decir que la pandemia les cayó como anillo al dedo. Lo peor es que
como en todas las cortes antiguas y modernas hay personajes sin escrúpulos
contratados para aplaudir.
La
miseria
La
tragedia del desempleo se refleja en el aumento de la pobreza. Ruin es
capitalizarlo. La informalidad se desbordará en 2021 si no hacen algo para
transformarla en certidumbre laboral y económica.
Aquellos
que tuvieron que salir a trabajar este año, porque no les quedó de otra, tendrán
que seguir haciéndolo. ¿Dónde está la certidumbre?
Los
que han conservado el trabajo, son privilegiados. Sin duda, pero tampoco están
tranquilos. Las empresas que han sobrevivido merecen un apoyo que no tienen.
Un
dato escalofriante del Inegi, publicado en el sitio Pequeñas Grandes Empresas
@PG_Empresas, de enero a septiembre desaparecieron un millón de Mipymes en
México, por la pandemia y por la falta de crecimiento económico.
Y
si acaban con el outsourcing, aunque sea un mecanismo laboral reconocido en el
mundo, hará crecer el desempleo y abultará aún más la informalidad.
Es
más, en las actuales condiciones económicas muchas empresas no creen sobrevivir
un año mas, otras no tienen margen ni siquiera de tres meses.
Muchos
edificios de oficinas han quedado vacíos y así seguirán. Ya veremos cuando la
burocracia regrese a sus oficinas, el 4 de enero.
Comunicación
virtual
La
comunicación virtual es una realidad. Hace mucho que las felicitaciones y los
pésames comenzaron a viajar por las redes sociales. En medio de la pandemia son
casi inexistentes los encuentros de cuerpo presente para los que están y para
los que ya no están.
Las
interacciones sociales y de trabajo son vía Zoom o Discord, antes eran vía
Skype.
Youtube, Facebook o Twitter son plataformas
de las que ya no podemos prescindir. Las pláticas familiares y de trabajo son
por WhatsApp.
“Y
eso de que tus palabras se las lleva el viento, es mentira… se quedan por ahí
guardadas en un Tweet”, escribió @liebano Sáenz. Y vieran que sí.
Hay avances en la tecnología pero
pesa más el retroceso y el estancamiento económico y social. Aunque no le guste
a ya saben quién, la estrategia contra la pandemia en México es la peor
evaluada en el mundo, y los resultados lo dicen todo.
Así despediremos al año viejo, sin
nada que festejar y mucho que reclamar.
Este viernes se parece mucho al
martes.
Ojalá y el 2021 en nada se
parezca al 2020.
Columnómetro de Aquiles
Baeza
1.- Dicen que Poncho Romo dejó
su oficina en Palacio Nacional por indigestión. Por tantos sapos que comió sin hacerle
gestos.
2.- Con la salida de Romo
desaparece la Oficina de la Presidencia, la verdad es que había desaparecido
hace mucho tiempo.
3.- Los legisladores se salieron
con la suya y se burlaron del INE. Pues determinaron ellos mismsos que no
tendrán que retirarse del cargo para buscar la reelección y además contarán con
un fondo de apoyo. Los demás aspirantes, como hijo de vecino, tendrán que
apegarse a las estrictas reglas, como diría Manolín, por mensos.
4.- Change.org se confirma
como un espacio vital, en noviembre una iniciativa de Alejandra Mosco y
trabajadores de la ENAH entregaron 53 mil firmas a Sergio Mayer, presidente de
la Comisión de Cultura en San Lázaro en contra de los recortes al gasto en
cultura en 2021. Siguen esperando.
A su vez el Observatorio
Nacional contra el Feminicidio recolectó 18 mil firmas que se entregaron a Olga
Sánchez Cordero para poner un alto a los crímenes de género. Otro gran
pendiente, otro.
5.- Los diputados y senadores están
muy lejos de la austeridad. En lugar de apretarse el cinturón como todos, piden
más.
6.- El Ayuntamiento de
Naucalpan abrió un concurso para obtener un crédito bancario, pero qué creen,
ningún banco le entró y ni préstamo ni nada. Por algo será.
AVISO DEL REPORTERO: Con la venia de quienes
leen estas líneas, nos reencontraremos en la primera semana de enero.
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