logo
header-add

2024. Guerra civil morenista y elecciones en Tabasco y Veracruz

por Felipe León López
15-08-2023

Comparte en

Felipe León López

 

No hay que ser adivinos para identificar cuáles son los estados donde late más el corazón del presidente: Veracruz, Chiapas y Tabasco, por supuesto. Con los tres hay vínculos fuertísimos, personales, familiares y políticos. Por eso son donde se juegan mucho más que una elección, pues en ellos no se admiten traiciones ni deslealtades. 

 

En esta ocasión abordaremos los procesos electorales en Veracruz y Tabasco y dejaremos a Chiapas para otra entrega.

 

De Veracruz es el  padre del primer mandatario, Andrés López Ramón, aunque casi nunca habla de ello, ahí ha vivido su familia de origen y tiene vínculos de sangre aún activos. Y Tabasco, por obvias razones, además de su estado natal, es el estado más consentido y el centro de sus principales preocupaciones del presidente para cumplir lo prometido desde que era dirigente del PRI y mucho más como principal líder opositor y moral del entonces PRD: desarrollo al estilo de Tomás Garrido Canabal. 

 

Los dos estados tienen como primera fuerza a Morena, desplazando totalmente al predominio que tuvo el viejo PRI y desdibujando a los demás partidos, aunque no del todo.  Como ocurre en casi todo el país, su partido se ha convertido en el imán para conversos de otros partidos y ciudadanos que tienen fincadas sus esperanzas en construir una carrera política. 

 

En las últimas elecciones intermedias, Morena se consolidó como el partido más fuerte y al mismo tiempo abrió fuego para que sus principales liderazgos buscarán acomodar sus piezas y ganar la candidatura para gobernador y las elecciones de sus respectivas entidades a celebrarse el 2 de junio de 2024. 

 

En cierto sentido, en ambos estados se vive una “guerra civil” morenista (por no llamarle “canibalismo”), donde pesan la cercanía y lealtad con el presidente, que el proyecto, la trayectoria y el peso político-electoral de cada uno.

 

El caso más interesante es Tabasco, donde hay seis potenciales aspirantes con peso y fuerza propios: Javier May  Rodríguez, director de Fonatur y ex titular de Bienestar, cuya lealtad al presidente pasa cualquier prueba de fuego, a tal grado que tiene como principal impulsor a Pepín López Obrador, pero que en contra tiene su carácter, su formación por debajo de lo básica y una vida personal llena de controversias.  

 

Le siguen Octavio Romero Oropeza, “el Jody”, director de Pemex, “el Tío” de los hijos del presidente, hombre de todas las confianzas de López Obrador desde que abandonó su cómoda vida empresarial para navegar en la política disidente y luego administrar dineros del gobierno del entonces DF y ahora la pesada tarea de levantar a Pemex. Otro es César Raúl Ojeda Zubieta, proveniente del PRI, dos veces ex candidato del PRD a gobernador y actualmente operador cercano al primer mandatario. Yolanda Osuna es una pieza interesante, proveniente de la academia y quien cuenta con apoyo del principal empresario tabasqueño y amigo muy cercano a Andrés Manuel. Y sin duda, nadie puede hacer menos a Rosalinda López Hernández, administradora General de la Auditoria Fiscal Federal del SAT, esposa del gobernador chiapaneco Rutilio Escandón y hermana de la corcholata Adán Augusto (con quien eran llamados “Los exitosos López”), quien cuenta con su propia carrera, tiene experiencia administrativa y legislativa y una formación profesional sólida. 

 

En Tabasco, a diferencia de otras entidades, el abanico de opciones es muy amplio y cualquiera de estas corcholatitas podría ganar la elecciónica sin mayor problema porque nadie, en su sano juicio político, podría romper con el partido y menos con AMLO. La única oposición es el PRI, pero tan mal está que el hijo del ex gobernador Andrés Granier, de nombre Fabián, es el mejor posicionado y sin posibilidad alguna de ganar. Del PAN mejor no hablamos, porque sus dos liderazgos habrían sido cooptados por la 4T: José Antonio de la Vega Asmitia y Juan José Rodríguez Prats. 

 

En Veracruz también hay un ramillete de aspirantes, pero sólo tres aparecen como los mejor posicionados para encabezar a Morena: Rocío Nahle, titular de Energía y encargada de la principal obra de energía en el país: Dos Bocas; quien, sin duda, la aspirante a derrotar por sus correligionarios, pues goza buen posicionamiento en la entidad, así como las simpatías del presidente y del gobernador Cuitláhuac García. Le siguen el diputado federal Sergio Gutiérrez, quien apuesta a recibir el respaldo de los jóvenes y algunos monrealistas. Y el tercero es Eric Cisneros Burgos, secretario de Gobierno, también envuelto de controversias por su desempeño. Si bien han encartado en la lista a Ricardo Ahued, alcalde de Xalapa y Zenyasen Escobar, secretario de Educación, no se observa movimiento político interno para impulsarlos. 

 

Del lado de la oposición, es Miguel Ángel Yunes, hijo del ex gobernador y ex alcalde de Boca del Río, la carta más fuerte, aunque sus posibilidades de triunfo cada vez están más lejanas. Le siguen también los senadores del PAN, Julen Rementería e Indira Rosales con poca fuerza. Una cara nueva en el panismo podría ser Patricia Lobeira, pero no se ve. En el PRI, el otrora poderoso en el estado, quedó desfigurado y sólo se promueven Héctor Yunes y Anilú Ingram.

 

En la próxima entrega continuaremos en este ejercicio de aproximación con otros dos estados del sureste maya: Chiapas y Yucatán, una entidad morenista y una panista, con desarrollos muy contrastantes. 

 

En Morelos, no sólo cayó el Fiscal… y la senadora Lucy Meza se queja de campaña sucia, pues nadie ha sido contundente para desvincularla de los elogios que le lanzara Uriel Carmona una semana antes de la detención. Por ahora, dicen trascendidos, le ha llovido en su milpita con protestas y desdenes de los “de arriba”, al tiempo que se queja de que hay una guerra sucia en su contra. Fuego amigo, dice ella. 

 

 

Libros de Texto Gratuito, historia de ERRATAS… porque que en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari se impuso a un tecnócrata como titular de la SEP los libros de texto han estado bajo escrutinio y controversia. Hay que recordar que cuando Ernesto Zedillo era secretario de Educación, los libros de historia fueron retirados por tres defectos: uno, que la reforma educativa (descentralización) era narrada por los “aNexos” colocando a Zedillo como héroe igual a Vasconcelos; porque mencionaban la participación del Ejército en la matanza del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco y porque desconocía la existencia de los Niños Héroes de Chapultepec y El Pípila, y además revaloraban a Porfirio Díaz. Carlos Salinas acudió entonces a una ceremonia de los Niños Héroes y los libros se retiraron como disculpa pública. En 2009, con Felipe Calderón, el secretario de Educación Alonso Lujambio recibió fuertes críticas porque los libros de primaria habían suprimido los temas de la Conquista y la Colonia. Forzado por las críticas, Lujambio pidió disculpas. Y en 2013, con Enrique Peña Nieto como presidente y Emilio Chuayffet como titular de la SEP, se detectaron 117 errores de ortografía y sintaxis, fallas en los pies de foto y hasta en datos científicos, entre otros. El problema se apaciguó con disculpas públicas, una edición especial de fe de erratas y la SEP firmó un convenio con la Academia Mexicana de la Lengua (AML) para evitar fallas en lo sucesivo. Los libros de texto con AMLO requieren correcciones, sin duda, pero digamos de los errores que son alrededor del 25%; el resto del contenido no hay mayor tema. Sugerimos, disculpas, correcciones en proceso y un libro de “fe de erratas” en los temas históricos, científicos y matemáticos.