Carlos Ramírez
El presidente de la republica tiene razón en quejarse del
activismo político e ideológico de los consejeros del INE. En este sentido, el
organismo electoral fundado por el presidente Salinas de Gortari y formalizado
por el presiente Zedillo nunca perdió su función como cancerbero del
sistema político priísta-panista-perredista.
El pecado original del INE fue crearlo sobre el eje de un
consejo electoral formado por consejeros electos por los partidos y dotarlo de funciones
más allá de su tarea fundamental de organizar elecciones. Ahora el INE ha
comenzado a funcionar como auxiliar ilegal y peligroso de la Fiscalía de
la República y del ministerio público al convocar a los ciudadanos a delatar
a candidatos con presuntos procesos vinculados a violencia familiar o a
violencia politíca.
El referente es obvio: el INE, sin tener facultades legales
o de procedimientos penales, quieren negar candidaturas a presuntos
involucrados en delitos. Si algún delator hace llegar al INE datos de Félix
Salgado Macedonio y sus acusaciones de abuso sexual, entonces la autoridad
electoral usará esa información para refrendar la negativa a su candidatura.
El problema de fondo es que el INE está legalizando una especie de cazarrecompensas
políticos en un sistema político machista.
De funcionar el espíritu de esa convocatoria del INE,
publicada como publicidad institucional el miércoles 14 de abril (Reforma
página 3), no faltará quien entregue en el Instituto el expediente de
agresión y discriminación racial del consejero electoral Lorenzo Córdova
Vianello cometido en mayo de 2015 al burlarse de solicitantes
electorales indígenas. De acuerdo con las leyes vigentes entonces, Córdova debió
de haber sido cesado de su cargo; sin embargo, un acuerdo secreto
con el PRI y el presidente Peña Nieto lo mantuvo en su cargo.
El problema del INE es de facultades. Su función primaria
es organizar elecciones y garantizar, en el modelo de Robert Dahl, los
dos principios fundamentales para votaciones democráticas: información y
participación. Pero lo que ha pretendido Córdova Vianello y alguno que
otro consejero electoral es convertirse en comisarios de la democracia
en objetivos que rebasan al INE.
De cuerdo con Leonardo Morlino, los objetivos de calidad de
la democracia tienen espacios de funcionamiento que no pasan por las
urnas: Estado de derecho, rendición de cuentas, cumplimiento estricto de la Constitución.
De las seis condiciones, sólo una se referiría al INE: “responsabilidad
electoral”.
En este contexto, los abusos y excesos de funciones auto
asumidos por Córdova Vianello y los consejeros del INE rebasan el espacio
legal de sus funciones. Es más, en términos estrictos, el consejero president
del INE ni siquiera tendría razones para invocar su tarea como garante
de la democracia electoral porque al final de cuentas el concepto de democracia
es de carga política e ideológica.
De ahí que el problema de Córdova Vianello no sea quitarle
la candidatura a Félix Salgado Macedonio y a Raúl Morón porque es su facultad
legal. Lo malo ha sido la estridencia mediática del consejero presidente
y alguno de sus escuderos, su colocación en el vértice de la democracia más
general y su estilo tipo Jorge Carpizo MacGregor para construir escándalos
mediáticos. La argumentación de Córdova Vianello no se basa en su facultad
legal para otorgar o negar registros de candidaturas, sino su forma de
asumirse como un Quijote de la democracia (por aquello de los molinos de viento
y los caballeros enemigos inventados).
En los hechos, Córdova Vianello ya liquidó la credibilidad
del funcionamiento del INE con su consejo electoral. La reforma que debe llegar
al organismo electoral tiene de comenzar por desaparecer el consejo
general --presuntos ciudadanos, partidos y representantes legislativos-- y
crear sólo direcciones operativas en los principales rubros de los procesos
electorales. Y de modo práctico, quitarle la visibilidad mediática al
nuevo organismo electoral para evitar que los espíritus de Carpizo y Córdova contaminen
a los nuevos directivos del organismo.
Salinas y Zedillo conformaron el INE para resguardar al régimen
priista, con o sin PRI. Y de Carpizo a Córdoba ésa ha sido la tarea
política del Instituto. Hoy Córdova ve en el populismo morenista al enemigo
histórico del sistema político priísta neoliberal de mercado político, en su mala
lectura de Norberto Bobbio.
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Política para dummies: La
política es la forma de enredar lo que siempre ha estado claro.
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