Enfrentar los altos niveles de inflación a través de la política monetaria, es decir, incrementando las tasas de interés, tendrá un costo económico; sin embargo, demorar estas acciones sólo exacerbaría dicho precio, consideró el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Luego de recortar la proyección de crecimiento mundial para este y el siguiente año a 3.2 y 2.9%, respectivamente, el FMI revisó al alza su estimado de inflación, de 6.9 a 8.3% para el cierre de este año a nivel mundial. Mientras que para el siguiente el aumento pasó de 4.8 a 5.7 por ciento.
Las revisiones al alza para la inflación obedecen al incremento de precios, sobre todo, de los alimentos y energéticos, que se han visto afectados por la invasión de Rusia a Ucrania, así como por los choques de oferta y demanda que prevalecen por la pandemia de Covid-19.
“Controlar la inflación debería ser la primera prioridad para los responsables de las políticas. Una política monetaria más estricta inevitablemente tendrá costos económicos reales, pero la demora sólo los exacerbaría”, se lee en el reporte.
Esta prioridad, consignó el FMI a cargo de la directora gerente Kristalina Georgieva, es “abrumadora”, ya que es necesario recuperar la estabilidad de precios tanto en las economías avanzadas como en los países emergentes.
Pierre-Olivier Gourinchas, economista en jefe del FMI, dijo al presentar el World Economic Outlook (WEO) que los altos niveles de la inflación que han afectado a diversos países, principalmente a los hogares de menores ingresos, son un riesgo claro tanto para la estabilidad macroeconómica actual y la futura.
Desde finales del 2021, los precios al consumidor han escalado a niveles no vistos en décadas, lo cual se ha convertido en un problema para diversas naciones en medio de la aún recuperación económica tras la crisis por el Covid-19.