RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
Antes de iniciar el actual proceso electoral, surgió la duda sobre el potencial de cada uno de los partidos contendientes.
Siete partidos con registro y tres nuevos que debían alcanzar el mínimo de tres por ciento de los votos emitidos competirían en igualdad de condiciones, tratando de subsistir en la jungla política.
A consideración de muchos politólogos, 10 partidos son muchos en una competencia nacional, a los que, además, se le deben sumar los organismos políticos regionales de cada entidad federativa.
En algunos casos como de Morelos llegan hasta 20 partidos los que entran en la disputa por un cargo de elección popular. Demasiados para una oferta electoral que parezca atractiva para los electores, en un país en el que los comicios presidenciales son los que despiertan la presencia de los ciudadanos en las urnas.
Los procesos electorales en México son vistos con cierta indiferencia por los ciudadanos que se sienten abrumados por toda la propaganda, como lo hacen sentir en su ausencia de las urnas.
Millones de spots de radio y televisión, llamadas telefónicas que encienden de rabia a los ciudadanos, ya que se producen en todo tipo de horarios, propaganda en postes, mantas y boletines circulan activamente invitando al elector a concurrir a las urnas, sin lograr su propósito, ya que, finalmente, en las elecciones intermedias, el promedio de votantes suele ser menor al 50 por ciento.
Candidatos que repiten el mismo estribillo, ofertas similares, sin importar la ideología de los partidos y candidatos (si es que la tienen), personajes anodinos que pretenden realizar carreras políticas meteóricas y con la reelección en la mayoría de los cargos, políticos incumplidos que regresan al lugar que olvidaron en sus tres años de ejercicio, son la constante de este proceso electoral.
La desvergüenza y desfachatez tienen su mejor representación en candidatas y candidatos que en busca del respaldo recurren a todo tipo de artimañas, mentiras, promesas y ofertas, de las que se son conscientes que no habrán de cumplir.
Con todo y ello, los diez partidos nacionales que compiten lo hacen también sabedores que les va en juego su futuro y el del partido que representan que deberán esforzarse al máximo para proveer de los sufragios necesarios para mantener el registro.
Al inicio de las campañas se considera que MORENA, PRI y PAN, tenían la seguridad de rebasar el mínimo necesario para mantener el registro, son los únicos tres partidos que han ganado una elección presidencial en la historia moderna de México, los otros siete tendrían que batallar por lograr sobrevivir.
Tres de esos partidos son nuevos con su primera experiencia electoral, que suele ser la más difícil porque de ella debe emanar su posible crecimiento para entrar en la competencia en un futuro cercano.
De todos los partidos políticos de los últimos 60 años, MORENA ha sido el único que en su primera aventura electoral consiguió una buena dotación de diputados federales y hasta ganó posiciones importantes dentro del gobierno capitalino y en su segunda jornada electoral ganó la presidencia de la república. Es cierto que el PRI lo hizo, pero era el partido en el poder, con otro nombre.
Siete partidos iniciaron el proceso electoral con la incertidumbre de saber si podrían o no alcanzar el registro. Cuatro de ellos habían sobrevivido al tsunami electoral del 18, pero con números magros. PT, PVEM, PRD y MC.
Ahora parece ser que los cuatro superarán el límite establecido, aunque con excepción de MC, todos quedarán por debajo del cinco por ciento de la votación total, aunque no sucede lo mismo con los tres partidos con nuevo registro.
Fuerza por México, Redes Sociales Progresistas y Encuentro Solidario, son las nuevas organizaciones políticas que compiten en las grandes ligas de la política por vez primera, buscando entrar en el terreno de la competencia, aunque inician con malos augurios.
Fuerza por México, Encuentro Solidario y Redes Sociales Progresistas son vistos como apéndices de MORENA y son etiquetados como los futuros rémoras, si es que sobreviven a la elección del seis de junio.
Los tres han tenido que sobrevivir a una serie de infortunios, que van desde candidatos renunciantes, búsqueda incesante de abanderados que puedan aportarle votos, jalar con militantes desechados por otros partidos y tratar de convencer a un electorado renuente a las nuevas experiencias y acostumbrado a lo ya existente.
La prueba de fuego será el seis de junio y aunque los otros siete parecen seguros de sobrevivir, no sería sorpresa que alguno de ellos, sumados a los tres de nuevo registro, lo pierdan al conocerse los resultados.
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Conforme se acerca el momento de la elección, los partidos redoblan sus ofertas y hacen llamados para mantener la clientela electoral y ganar el mayor número de espacios posibles, especialmente en la Cámara de Diputados, mientras que en los 15 estados con elección de gobernador buscan reducir o aumentar los puntos de desventaja o ventaja.
El miércoles será el último día para hacer promoción y antes se publicarán las últimas encuestas.
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