De acuerdo con el análisis del Fondo Monetario Internacional (FMI) los hogares de menos ingresos son los que sienten más pesada la carga de la inflación, pues dedican una mayor proporción de sus ingresos a los alimentos.
Y como los alimentos son los que han registrado las mayores presiones este año, al mes de octubre completaron una variación de 8.31% anual, estarían resintiéndolo de forma más significativa.
Sin embargo, el Presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC), Cuauhtémoc Rivera, detalla en entrevista que la inflación ya se ha generalizado y que es perceptible en todos los estratos económicos.
La diferencia es que unas familias sienten el aumento de los precios, y otras lo resienten y ya se vieron obligados a reducir su consumo, o ajustarlo de alguna manera, consignó.
Su observación se puede confirmar con información desagregada del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) que permite ver que los hogares que perciben en México entre uno y tres salarios mínimos han sentido una variación en la inflación más pronunciada al alza.
La inflación en octubre completó una fluctuación de 6.2% anual, pero las familias que viven con ingresos que están entre uno y tres salarios mínimos, percibieron una escalada de 6.50% anual en la inflación.
Conforme sube el estrato del gasto familiar, se reduce de forma moderada la variación de los precios, así que el de menor impacto resulta el que ingresa más de seis salarios mínimos, que en septiembre observó una variación de 6.13% en su inflación particular.
En septiembre la diferencia era de 6% en los hogares de bajos ingresos contra 5.83% en los de más de seis salarios mínimos.
Sensación térmica
El director de Investigación Económica en el ThinkLab veracruzano SAVER, Luis Pérez Lezama, detalla que las expectativas de inflación están desancladas y muestra de ello es la escalada de precios perceptible en las compras diarias.
Los precios de energéticos son un factor determinante para el desanclaje, pues los productores ya terminaron por trasladar a sus precios el costo de la fluctuación de tarifas de electricidad, gas y gasolina.
El presidente de la ANPEC, toma por ejemplo los pronósticos del clima para explicar que, suelen informar la temperatura en determinado nivel, pero describen que la sensación térmica es más baja o más alta.
Eso mismo está sucediendo con la fijación del precio final, observó. El Inegi dice que la inflación es de 6.23%, pero resulta que el consumidor que compra un kilo de manzanas ve que no le está alcanzando para comprar la misma cantidad que se llevaba meses atrás, o el año pasado.
Los productores están subiendo los precios, el intermediario aplica también el aumento y el consumidor final lo recibe con una escalada que va subiendo mucho más rápido que su ingreso, refirió Rivera.
Ambos concuerdan en que hay una contaminación de precios que sí es generalizada.
Inseguridad, otra factura
El presidente de la ANPEC precisa que la inseguridad y la búsqueda de rutas y horarios para evitar robos de trailers enteros con mercancía es otro factor detrás de la escalada de precios, que se viene arrastrando desde el 2018 y se ha incrementado.
También refiere el pago que tienen que hacer los distribuidores al crimen organizado para que les permitan pasar por ciertos territorios, o el pago del “derecho de piso” para sus ingenios, empacadoras y tierras.
Recuerda que está la limitada competencia en productos de consumo generalizado, donde hay tres grupos grandes de productores que especulan con alimentos de consumo básico, como el huevo o el azúcar, lo que también encarece el precio final. Un cocktail perfecto para alimentar la escalada de precios.