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América: Del "Ódiame más" a la lástima y misericordia

por Redacción
26-02-2022

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El América ha perdido su estilo, tanto en la cancha como fuera de ella. No es más aquel equipo intenso y espectacular del que presumen sus apasionados seguidores. Y no es más aquel club de arrebatos, caprichos y decisiones que se tomaban más con el corazón y el hígado que con la cabeza. El América de hoy parece estar cuidando su bolsillo. No quiere pagar la indemnización de Santiago Solari cuando sabe que el proceso está atorado y difícilmente cambiará milagrosamente de rumbo. El América de hoy no es más aquel que anunciaba en el noticiario de la tarde del canal 2 el final del ciclo de un entrenador y que ponía al 'Monito' Rodríguez a cargo en lo que buscaba otra solución. Está irreconocible, desaparecido, tanto así, que, cada vez los odiamos menos y le tenemos más compasión.

El club que había convertido el slogan del “Ódiame más” en casi una forma de vida, parece perdido y alejado por completo de esa idiosincrasia. Tanto en la cancha como fuera de ella, el América ha perdido su estilo. Cada día que pasa lo “odiamos menos” y nos genera más lástima, compasión y misericordia.

En el campo de juego, no ha sido desde el año pasado, más allá de los números, un equipo intenso y espectacular como marcan las 'sagradas escrituras' de la institución. Y fuera de él, lejos de la cancha, no es más aquel conjunto de arrebatos y desplantes que, al no encontrar los resultados, tomaba decisiones radicales sobre la continuidad de sus entrenadores. No es el América que jugaba al ritmo, a la intensidad y a la inspiración de Reinoso, de Borja, de Zelada, de Tena, de Bacas, de Outes, de Brailovsky, de Santos o de Zague un equipo obligado por la tribuna a jugar bien y a ganar. No es más el América que echaba por la puerta de atrás a Ramón Díaz o que cortaba, intempestivamente, el proceso de Leo Beenhakker o de Marcelo Bielsa. No es más aquel América. No lo es en su futbol, no lo es en sus formas.

El simple dato estadístico, que es una realidad, espanta a cualquier americanista: el equipo ha ganado un juego en cuatro meses y las derrotas que ha sufrido en ese periodo, incluyen una humillación de los Pumas en una liguilla y clubes que han pasado por el Azteca profanando su sagrado campo y su historia. Es un América que ganaba con lo mínimo y que no despertaba dudas sobre sus derrotas. Cuando le superan, le superan bien.

Puede que todo tenga que ver con un nuevo orden económico, donde los presupuestos establecen límites para transformar visceralmente los planes, es decir, que terminar con el proceso del entrenador en turno signifique una gran erogación económica. En la antigüedad, el América no pensaba y actuaba con el bolsillo. Lo hacia con el corazón y el hígado.