“Nunca abuses del poder
humillando a tus semejantes,
porque el poder termina y el
recuerdo perdura.”
Benito Juárez
Felipe León López
Andrés Manuel López Obrador está ya
montado en su cuarta campaña presidencial para salvar a su gobierno y para
evitar que MORENA y sus aliados terminen siendo debilitados por sus propios
demonios y excesos de soberbia. A estas alturas su alianza podría la más votado
en las elecciones intermedias, pero no le garantizaría la mayoría calificada en
el Congreso, que es lo que supuestamente necesita para continuar lo que llama
su proyecto “transformador”.
Sin embargo, el temor que ronda es que
el 2022 sea el escenario ideal de nueva mayoría para impulsar la revocación de
su mandato (para ello falta la ley reglamentaria, donde el INE requiere que la
consulta la solicite al menos el 3% de los ciudadanos inscritos en la lista
nominal del Registro Nacional de Electores; es decir 2.7 millones de personas
de al menos 17 entidades del país). Si ello ocurre, entre febrero y mazo del
2022, el país estaría nuevamente en elecciones y el INE sin descanso y pocos
recursos.
Y es que las expectativas hasta ahora no
son alentadoras para los partidos aliados del presidente de la República, pues ya
no tendrán todas las gubernaturas como pensaban al inicio, si acaso podrían
ganar de 6 a 8 de las 15 en disputa; y para los diputados federales, siendo
generosos, oscilaría entre el 45 y 48 por ciento, si nos atenemos a las
tendencias de los estudios de opinión más profesionales hasta ahora publicados.
En lo local, las condiciones son todavía peores, donde mejor nos reservamos las
proyecciones por entidad.
El presidente López Obrador está en una
actitud similar a dos de sus antecesores con los que nunca hubiera querido
parecerse. Por un lado, con Vicente Fox en 2003, cuando convocó a los
ciudadanos a no votar más por el PRI (“Quítale el freno al cambio”) llamando
ahora a evitar que el “partido conservador” evite regresar al poder. Por el
otro, como Felipe Calderón cuando ordenó armar el espectáculo político
alrededor de Jorge Hank Rhon para mostrar lo que representaban el PRI y sus
cuadros impresentables, tal cual quieren hacer ahora con García Cabeza de Vaca.
Como estos dos ejemplos, el morenista
también está reiterando todos días recordatorios de que todo tiempo pasado fue
peor y que él es garantía de un futuro feliz. Mañana a mañana escuchamos el
ramillete de logros de su gobierno, el desfile de presentaciones de resultados
-aunque sean netamente neoliberales- y promesas, muchas promesas como si apenas
buscara la presidencia de la República. Abrazando niños, elogiando la IED,
recorriendo sus nichos electorales, atacando a sus adversarios, anticipando
inauguraciones como el aeropuerto Felipe Ángeles o comprando una refinería como
la de Texas, o forzando el regreso a las clases presenciales.
El 17 de agosto del 2020, publicamos en
este espacio ¿Es suficiente el súper AMLO para salvar la 4T? en los siguientes términos:
“En menos de un mes quedó claro que Andrés Manuel López
Obrador es un político muy probado, que cuando su olfato detectó que estaba
yéndosele la oportunidad de pasar a la historia como el motor de la cuarta
transformación de México, sin reconocerlo ni consultar a sus seguidores, supo
maniobrar, tejer fino y recuperar la administración de los temas mediáticos”.
La capacidad de maniobra que tuvo para
centrar a su administración, correrla más a la derecha y neutralizar a los
“radicales”, no funcionó para su partido, pues éste navega por los desatinos de
su dirigente, la pésima comunicación y los conflictos que explotan
cotidianamente, sin contar con los desatinos en manejos de crisis como el
manejo de la pandemia, los impactos socioeconómicos negativos de la pandemia,
la guerra contra el huachicol, la Línea 12, los normalistas rurales de
Mactumactzá, el viaje del EZLN, Bartlett, Salgado Macedonio, el crimen desatado,
Ovidio, la DEA, entre otros. Aún no concluye el proceso electoral y ya leemos
que están buscando culpables de las derrotas en entidades donde perderán.
Perdió el monopolio de la protesta
social tampoco ya es de AMLO ni de los suyos. Las protestas feministas fueron
la principal piedra en el zapato presidencial. Las mujeres, los desempleados,
los normalistas, los ambientalistas, los defensores del agua y familias de
desplazados y desaparecidos son una agenda de protesta que no paran ni están en
el interés de la agenda de la 4T.
Hay que apuntar que también ya no
dominan el monopolio discursivo de “la salvación de la patria”, porque para
bien o para mal, ya lo tiene “el partido conservador”, como lo apuntó Julio
Astillero:
“@julioastillero Exhibo la incongruencia
de los ‘salvadores de la Patria’, que antes la hundieron y buscan regresarla a
esas honduras, pero igualmente crítico los errores de #Morena - #4T - #AMLO:
las aberrantes candidaturas, el gabinete de floreros, Bartlett, Pío, las
insuficiencias en Salud.”, escribió en su Twitter.
Las alertas de lo que significa la
debacle electoral la dio uno de los asesores más influyentes en el presidente
de México, Epigmenio Ibarra, al acusar que “la obtención de la mayoría en el
Congreso les dará a los conservadores, además del control del presupuesto
público y la fuerza para detener la transformación, la plataforma para intentar
un golpe constitucional y expulsar de Palacio Nacional a Andrés Manuel López
Obrador”.
El escenario de la debacle de MORENA y
sus aliados tiene nerviosos a todos, sobre todo porque no se sabe cómo
responderá el presidente de la República ante el nuevo mandato de la mayoría
ciudadana.
Algunos aventuran que habrá una
estrategia de cooptación de cuadros de la oposición o cambio de operadores
políticos por gente más pragmática con el fin de no caer en el extremoso
escenario de la revocación de mandato en el peor momento de su sexenio. Muy
pocos apuestan por un jefe de Estado con capacidad de asumir los resultados y
tejer una nueva relación con sus opositores, detractores y disidentes internos,
lo cual suena imposible, conociendo la historia de López Obrador de no saber
aceptar las derrotas.
¿Entonces que vendría después del 6 de
junio?
Benito Juárez, supuesto guía espiritual
del régimen de la 4T, como buen oaxaqueño conocedor de lo que es el principio
de la autoridad, expuso en uno de sus múltiples discursos de qué significa para
él el cargo presidencial: “la autoridad no es mi patrimonio, sino un depósito
que la nación me ha confiado muy especialmente para sostener su independencia y
su honor”.
Que así sea.
Contacto: feleon_2000@yahoo.com