“Cuando haya una causa orgánica, un desorden hormonal o algún efecto secundario de un fármaco, el tratamiento médico oportuno podrá solventar el problema. La terapia combinada, psicológica y farmacológica, es una buena opción, así como la supresión de medicamentos o conductas inapropiadas en los hábitos de vida”, indica.
La medición de los niveles de testosterona y la terapia sustitutiva ofrecen, en manos expertas, otra magnífica opción si la causa es este déficit hormonal.
“El control de enfermedades, llevar una vida más activa, dormir lo suficiente, evitar los niveles de estrés y tener una comunicación franca, abierta y cordial con la pareja ayuda a evitar que los aliados de la falta de deseo sexual se posesionen en nuestro organismo y disminuyan nuestra calidad de vida”.
Comer sano a base de dieta mediterránea, dejar atrás el humo del tabaco y las fantasías del alcohol, abandonar las drogas, si es que se consumen, y olvidarnos de las relaciones tóxicas o enfermizas, nos conducirán a la posibilidad real de una vida sexual plena.
“Además, practicar un deporte, hacer ejercicio físico diario durante 30 minutos o pasear a buen ritmo alrededor de una hora, lograrán que nuestro aparato locomotor y nuestro corazón funcionen a un nivel óptimo. Nuestro deseo sexual aumentará y nuestro rendimiento durante el acto sexual mejorará sensiblemente“, recomienda José Benítez.
Con este binomio de dieta sana y practicar ejercicio físico se lucha contra la aparición de enfermedades como la diabetes, la obesidad o la hipertensión arterial, patologías que inciden, en un grado altísimo, en la libido y, por tanto, en la sexualidad del varón… y en su vida.