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Cada mujer mexicana debería recibir 5,761 pesos al mes

por Redacción
04-12-2021

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Durante el 2020, el año en que llegó la Covid-19 a México, incrementó de manera importante el tiempo que las personas pasan en sus hogares. Clases en línea, trabajo remoto y todo cerrado afuera, en la misma medida aumentaron los quehaceres y las necesidades de cuidado dentro de las viviendas mexicanas.

Lo malo: estas tareas se reparten de manera desigual, son actividades precarizadas y estigmatizadas y esto provoca deficiencias en todo el aparato económico. 

Limpiar la casa, cocinar, hacer el súper, ayudar a los menores con las tareas y cuidar a la abuela cuando se enferma son actividades que la mayoría de las mujeres y algunos hombres realizan sin paga. Pero esto no significa que no tengan un valor económico.

Durante el 2020 todo este trabajo alcanzó un valor equivalente a 27.6% del PIB nacional, de acuerdo con las cifras de la Cuenta Satélite de Trabajo No Remunerado de los Hogares en México 2020, realizada por el Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía).

De modo que, si el mercado pagara el trabajo a todas las mamás, las hijas o las hermanas, cada una debería percibir 5,761 pesos cada mes por sus labores realizadas. Para los hombres que realizan trabajo del hogar el valor de sus labores sería de 2,265 pesos por mes. 

Estos promedios alcanzan brechas signficativamente mayores cuando se unen ciertas interseccionalidades como la condición socioeconómica, el estado civil o el nivel educativo. Las cifras reflejan que las mujeres más pobres, casadas o con menor nivel de instrucción destinan significativamente más tiempo al trabajo del hogar y de cuidados respecto de los hombres y de mujeres en condiciones distintas. 

La distribución 

Durante el 2020 se profundizó una de las problemáticas laborales que ya existían desde antes: la sobrecarga de estas tareas en las mujeres, que destinan 2.7 veces más tiempo que sus compañeros hombres del hogar.

Con los confinamientos la carga y necesidades de cuidado y guía dentro de los hogares aumentaron y el impacto de esto fue diferenciado entre hombres y mujeres, la población laboralmente activa femenina dejó con más frecuencia sus empleos, consiguió trabajos de menor rango para tener más tiempo o enfrentó jornadas más largas por su trabajo remunerado más el trabajo del hogar.

Destaca también que uno de los rubros en los se incrementó el tiempo destinado fue el de cuidados de la salud, que pasó de 48 a 52 millones de horas, como parte de la incidencia inédita de enfermos de Covid-19 o de otras enfermedades pero que no podían ser atendidos en hospitales o clínicas y permanecieron en casa.

La pobreza de tiempo es el término con el que se identifica una de las principales consecuencias de estas desigualdades en la realización del trabajo del hogar y de cuidados a menores, enfermos o personas mayores.

Esto se refleja, por ejemplo, en cifras de la ENUT (Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo); mientras las mujeres trabajan 37.9 horas a la semana en sus trabajos remunerados también dedican 39.7 horas al trabajo adentro de sus casas: una jornada incluso más grande y sin paga. Para sus pares hombres las cifras son de 47.7 y 15.2 horas semanales respectivamente.

Mientras la población masculina destina 4.4 horas semanales a descansar o meditar, las mujeres sólo pueden dedicar 3.8 horas a este rubro; para el cuidado de la salud los hombres destinan 6.2 horas cada semana, las mujeres sólo 5.2 horas.

Un sistema integral

Esta sobrecarga desproporcionada en el mantenimiento del hogar y el cuidado a terceros no sólo es injusta, también es poco beneficiosa en distintas esferas.

El Inmujeres (Instituto Nacional de las Mujeres) continúa trabajando en la implementación de un Sistema Nacional de Cuidados que tenga como ejes transversales: el derecho a ser cuidado de manera óptima; los derechos de las y los cuidadores; y la redistribución igualitaria de género de estas tareas.

Las actividades del hogar, que han estado estigmatizadas y subvalorizadas, son actividades que tienen un valor de mercado. Hacer que se realicen de manera óptima, oportuna, valorizada e igualitaria es una de las tareas más importantes de la esfera pública.