Eduardo Ibarra Aguirre
Para nada es un hecho ordinario en el México del capitalismo salvaje vigente aquí y en la aldea a pesar de sus fracasos y retrocesos, que una huelga permanezca 15 años. Y mucho menos los es que esté dirigida por una sección adherida a un sindicato nacional de industria, como lo explican “657 compañeros en huelga, sus familias y empleados de las dependencias de la sección 65”.
Explicación contenida en una misiva que dirigen al presidente Andrés Manuel con motivo de aniversario del 30 de julio, y que a juicio de los mineros más que una huelga es la defensa de las conquistas que por años se obtuvieron por nuestros antepasados, los cuales siempre pugnaron por mejores condiciones de salud y de trabajo, pensando no sólo en los trabajadores sino en toda la comunidad de Cananea.
El poderoso Grupo México, de Germán Larrea Mota Velasco, la empresa minera más grande del país y la quinta productora de cobre en el orbe, es causante de buena parte de los males que padecen los 657 desde julio de 2007.
Ellos lo explican con una claridad que no se opaca por los errores ortográficos y de sintaxis. A la llegada de Grupo México –favorito de Vicente Fox y Felipe Calderón por medio de los secretarios del Trabajo Francisco Javier Salazar y Javier Lozano, la lucha obrera de la sección 65 tuvo que cambiar de giro ante la pretensión de terminar con nuestro sindicato y por ende con nuestro contrato colectivo de trabajo, así como la cerrazón a resolver los problemas en materia de seguridad e higiene, y otras violaciones contractuales. (Germán Larrea llegó a decir de Lozano Alarcón: “Es nuestro gato”. E hizo honor Javier al mote patronal. “Saco de pus”, le llaman sus detractores.
Las arbitrariedades son de acuerdo con los 657: utilización de la fuerza pública para reprimir a los huelguistas, negativa a respetar el derecho a la salud de mineros y familiares, listas negras divulgadas a las empresas de Sonora para que no dieran empleo a mineros e hijos, tráfico de influencias para la terminación de la huelga… El conflicto no sólo marca a los obreros y familiares, sino provocó una gran crisis social en la comunidad de Cananea.
Por ello, explican con humildad conmovedora, “no nos quedó otra opción más que denunciar al Estado mexicano por las graves violaciones a los derechos humanos y al debido proceso por parte de las autoridades ante organismos internacionales. Por muchos años hemos sido golpeados por los gobiernos que se ensañaron en contra de nuestros derechos, usted lo ha dicho señor presidente es la hora de la reparación de los daños causados por los gobiernos neoliberales, que no se tentaron el alma para dañar a los trabajadores y nuestras familias”.
Reivindican, ciertamente, al senador Napoleón Gómez Urrutia como presidente y secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, pero ese es su derecho que nadie debería buscar conculcarles como da muestras reiteradas Germán Larrea, además de que sin el apoyo material y político del SNTM difícilmente la sección 65 estaría en la tesitura actual, la de la negociación casi en puerta.
Para lograrla con éxito, López Obrador sugiere que las partes cedan, se recorran al centro desde el extremo en que cada una se encontraba. Y los huelguistas advierten que “estamos y seguiremos estando abiertos para alcanzar acuerdos en un dialogo de respeto mutuo, que nos lleve a la construcción de acuerdos sumando las voluntades de todos los involucrados para la conciliación y solución a nuestro conflicto (…) Como sección 65 queremos ser parte de las soluciones y no de los problemas, confiamos plenamente en su palabra”.