José Luis Camacho Acevedo.
En este convulsionado inicio de semana en donde la desgracia se cebó en casi 40 migrantes que estaban en un albergue en Ciudad Juárez fallecieron en medio de un pavoroso incendio y, en otras latitudes, proseguían los comentarios de todos colores sobre la quinteta dorada de la que saldrá la nueva presidenta del INE, apuesta en donde mi favorita es Bertha Alcalde Luján, o se siguen descubriendo las entretelas del lavado de dinero a través de las sucursales del Banco Bienestar o que siguen descubriéndose más huellas, tan acusatorias como indelebles sobre la corrupción ocurrida mientras fue gobernador de Tamaulipas Francisco García Cabeza de Vaca, ayer Ciro Gómez Leyva entrevistó al chileno Pablo Hiriart quien publicó un libro, El Destructor, que se suma a la ya larga y cansada zaga de enjuiciamientos que se han hecho sobre el gobierno y la personalidad del presidente López Obrador.
Hiriart la verdad no dice nada nuevo sobre las condenas que se han hecho sobre el estilo personal de gobernar, como dijera el clásico Daniel Cosío Villegas, y lo que el periodista de origen chileno de forma ingenuamente, por repetida, agoreramente, considera que son son los verdaderos proyectos a futuro que tiene el presidente de México.
Hoy seguramente Ciro tendrá que sortear, para beneplácito de su gran audiencia, las exégesis sobredimensionadas de Epigmenio Ibarra sobre lo que él piensa es la condición histórica del tabasqueño.
Y Gómez Leyva lo hará con Epigmenio con el talento que ayer trató a Pablo Hiriart que, al comentar de soslayo su libro, soltó el soponcio que trae, mismo que se vio en la entrevista que no es sino una manera muy personal de tomar una revancha disfrazada de crítica de un político al que detesta como es el hombre de Macuspana.
Así como Epigmenio casi canta los himnos prehispánicos de la inenarrable Layda Sansores al presidente de México al que, como dijo el poeta del rey Cuauhtémoc, es un héroe a la altura del arte, ayer Hiriart tomó su turno para enjuiciar y aplastar política y mentalmente al presidente de México.
Y sin embargo, pese a todos sus errores, muchos de ellos que yo aquí humildemente he señalado, López Obrador sigue teniendo una gran aceptación popular y, por lo que se ve en las desdibujadas oposiciones a MORENA, la corcholata que, con o sin reminiscencias del momento en que el general Lázaro Cárdenas decidió que su sucesor fuera el primer presidente civilista de México, ganará con facilidad los comicios presidenciales del próximo año.
Bien por el talento de Ciro Gómez Leyva que gracias a ello sigue siendo el comunicador líder de México.