
José
Luis Camacho Acevedo
En el primer
informe de la presidenta Claudia Sheinbaum fue por demás notorio que la
narrativa presidencial ya es muy diferente a la de López Obrador, la mandataria
se cuidó de no caer en el discurso decimonónico del tabasqueño, una perorata
que oscilaba entre los malos chistes y las costosas ocurrencias como las de su
aeropuerto o la farmaciota.
La presidenta
fue seria en su exposición.
Se le vio segura.
Y debió estarlo toda vez que llega, a once meses de gobierno, con una
aprobación de más del 70%, cifra que rebasa EN MÁS DE 10 PUNTOS a la que tuvo
en su primer año de gestión al polémico habitante de Palenque.
El primer informe
de la presidenta Sheinbaum tuvo un matiz político indiscutible.
Mencionó logros
sociales, avances en obras, contención de los factores económicos que más
preocupan a las calificadoras internacionales.
Tuvo el buen
tino de reconocer la importancia de la inversión privada. convocando a la gente
del capital a seguir invirtiendo en nuestro país bajo los parámetros que ha
marcado a través del Plan México.
Y llegó al punto
medular de hablar de la relación con Estados Unidos anteponiendo la premisa
de que somos un país LIBRE Y SOBERANO.
Cooperación
entre ambos países para combatir al crimen organizado sí; pero nunca sobre los
principios de autoridad institucional y plena soberanía.
Esa señal de
cooperación con el vecino país sigue representando una espada de Damocles sobre
todos aquellos que han tenido, o incluso siguen teniendo, relaciones peligrosas
con los carteles de la droga.
Sus puntos de
vista sobre las reformas, sobre todo la judicial y la electoral que ya viene,
fueron los esperados.
En resumen, fue
muy plausible que la Presidenta Sheinbaum no cayera en excesos de
reconocimiento al pasado y en cambio construyó una narrativa que YA EMPIEZA
A MARCAR UNA DIFERENCIA SUSTANTIVA, Y QUE ES POR DEMÁS MUY NECESARIA, CON EL
PASADO INMEDIATO.
El ritual del ejercicio del poder solitario, único e indivisible, ya lo ha iniciado Claudia Sheinbaum.
LOS
PANISTAS SE PASAN DE INGENUOS Y SE LOS COMIÓ MONREAL.
Las propuestas
panistas para que de sus filas surgiera el nuevo presidente de la cámara de
diputados fueron, por lo menos, ingenuas y cándidas.
Los
morenistas, encabezados por el colmilludo Ricardo Monreal, era obvio que jamás
aceptarían como nuevo presidente de la cámara a enemigos históricos e
imperdonables para ellos como Margarita Zavala o Federico Doring.
Tampoco
admitirían al converso del michoacano Germán Martínez.
Lo más
probable es que, antes de que venza el plazo constitucional que concluye el
próximo viernes, los morenos acepten a la experimentada y conciliadora
legisladora Kenia López Rabadán.
Monreal ganó un
especio, que no tiene la mayor trascendencia, al lograr que Sergio Gutiérrez
Luna sea quien reciba el texto del informe presidencial.
Y es que
después del deleznable espectáculo que protagonizaron Alito y Noroña, ya el
Congreso no podía caer más bajo.