José Luis Camacho Acevedo
De una fuente muy cercana a la secretaria de gobernación, Rosa Icela Rodríguez, sé que la política potosina es una de las integrantes del gabinete presidencial que está las 24 horas del día pendiente de los asuntos que representan la posibilidad de generar una inestabilidad mayor que la que causan muchos de sus compañeros de gabinete.
Decíamos el pasado lunes que la presente se presagiaba como una semana anticlimática para el gobierno de Claudia Sheinbaum.
Y efectivamente la suma de acontecimientos ocurridos en apenas cinco días puso contra la pared el modelo de conducción política que desarrolla la presidenta Claudia Sheinbaum y se cumplió el presagio, a causa de las ineficiencias de algunos de sus colaborados y de las traiciones de aquellos que, estando en su equipo, no dejan de voltear a La Chingada para ver si de ese lugar salen algunas señales que manda el habitante encuevado en la selva, para tratar de interpretar que es lo que sugiere como acción para enfrentar los problemas que ocurrieron en el país en el hebdomadario periodo que mencionamos.
Es obvio que las señales políticas que puede enviar el ex presidente López Obrador son, primordialmente, de carácter defensivo.
Estados Unidos le vuelve a mandar mensajes intimidatorios al tabasqueño.
Un caso que ejemplifica lo anterior es la decisión del gobierno de Donald Trump de cancelar la visa al hijo del mandatario de Sonora, Alfonso Durazo, por tener presuntas ligas con el crimen organizado y participar en acciones que son las más condenables para los sabuesos del vitriólico mandamás norteamericano.
Durazo fue el primer jefe de la secretaria de seguridad en la pasada administración.
Se le conocieron actos de tráfico de influencias, señaladamente en la adquisición de patrullas y otros vehículos para la Guardia Nacional. Pero su poderosa relación con López Obrador le permitió tener una interlocución con identificados integrantes del crimen organizado acogiéndose al mandamiento de abrazos y no balazos.
Alfonso Durazo tiene relaciones peligrosas que comprometen la relación de México con Estados Unidos en materia del combate a los carteles de la droga.
Si Ramírez Bedolla tiene encima los reflectores por su manifiesta incapacidad para gobernar Michoacán, una ineficiencia que explotó a nivel internacional con el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo. Pero es solo eso, un político incapaz y ya sin autoridad moral ante sus gobernados.
Cuando Durazo se fue de candidato al gobierno de Sonora lo sustituyó Rosa Icela Rodríguez.
Desde esa posición la potosina inició una limpia de corruptelas que ahora como secretaria de gobernación completa con una tarea incansable, pero sobre todo completamente leal a Claudia Sheinbaum.
Si el destino político de Rosa Icela es ir a gobernar su estado natal en el 2027, la verdad sería un sacrificio para el gabinete de Claudia Sheinbaum.
No se ve en el panorama de los cuadros del entorno de Claudia Sheinbaum a nadie con la entrega, la eficiencia y la lealtad política que caracteriza a Rosa Icela Rodríguez.
Es ya una pieza insustituible en el gabinete de Claudia Sheinbaum. Una política que ya supo asumir el papel de jefa del gabinete, condición no legal, pero sí indiscutiblemente moral, en favor de la conducción del país en momentos en que, cada semana, se abren flancos al gobierno. Unos flancos que son producto de las traiciones o de las tentaciones transexenales de los que no quieren dejar el poder.
El poder es algo que se ejerce sin aspavientos.
Rosa Icela no es de ninguna manera Fernández Noroña o Félix Salgado Macedonio o Alfonso Durazo con todos los muertos que el mandatario sonorense tiene guardados en su clóset.
Afortunadamente, para las posibilidades de recuperar la estabilidad social del país, Rosa Icela ya es una secretaria de gobernación fuerte.
Nada más.

