José Luis Camacho Acevedo
En las próximas semanas la Junta de
Gobierno de la UNAM emitirá la convocatoria para nombrar a quien será la o el
nuevo director de la FCPyS-UNAM.
Esta Facultad, una de las más importantes
de la UNAM, por su historia y su tamaño (alberga a más de 12 mil estudiantes y
a más de mil profesoras y profesores), ha enfrentado un proceso de acelerado
declive en las últimas décadas, sobre todo luego del paro de 1999, en el que
fueron protagónicos varios personajes de la ralea del sujeto apodado como “El
Mosh” y otros de la misma estirpe.
Ahora, quienes lo arroparon y simpatizaron
con ese movimiento nefasto, se han reagrupado y buscan regresar al control de
esa Facultad, promoviendo a Karla Valverde Viesca, actual coordinadora del
posgrado de esa entidad universitaria, y quién abiertamente ha manifestado su
simpatía con los movimientos radicales y de chantaje de la UNAM.
Para colmo, Karla Valverde se ha convertido
en la protectora de un grupo de profesoras que no han tenido escrúpulos en usar
incluso a menores de edad, para desarrollar campañas negras en la Facultad, una
práctica propia de grupos porriles y mafiosos que no deben tener cabida en la
UNAM, la cual sigue siendo la más importante institución educativa de nivel
medio y superior en nuestro país.
A través de una consulta de información a
la UNAM, se confirmó, por ejemplo, que la Unidad Jurídica de la FCPyS sancionó
con una Amonestación, prevista en el Estatuto del Personal Académico, a quien
es la principal operadora y protegida de Valverde, quien ha recurrido incluso a
prácticas de intimidación a través de un muy alto funcionario de la SEP.
Por otro lado, en una Universidad donde lo
que debe privilegiarse es el prestigio académico, Karla Valverde ha hecho gala
de un estilo de trabajo cómodo por el cual, luego de casi 20 años de ser
profesora de tiempo completo, no ha logrado avanzar del nivel I en el Sistema
Nacional de Investigadores (SIN). Lo cual revela que, una de dos, o su producción
es muy limitada, o no tiene la capacidad para presentar informes académicos lo
suficientemente sólidos como para ser considerada en un nivel superior de reconocimiento
por su trabajo y trayectoria.
Karla Valverde cuenta con el apoyo
manifiesto de la directora actual de la Facultad, Carola García Calderón, y de
su siniestro esposo, Leonardo Figueiras, quienes a través de Valverde buscan
mantener los privilegios que han mantenido al menos en las últimas cuatro
décadas de lucrar con un discurso aparentemente contestatario pero que ahora,
al haber llegado a la dirección de la Facultad, han dilapidado con una gestión
que, en el mejor de los casos, puede ser calificada de mediocre.
Si la directora Carola García intenta
convencer a la Secretaria General de la UNAM o al propio Rector Lomelí, de que
Karla Valverde es la mejor opción, estaría cometiendo un grave error pues la
colocaría de espalda a los principios e ideas que enarboló públicamente durante
décadas; pero sobre todo, estaría traicionando a la Universidad que le ha dado
todo en la vida.
Una Facultad como la de Ciencias Políticas
puede incendiarse muy fácilmente. Un paso en falso o un error de cálculo, o
incluso un proceso de negociación contrario al interés superior de la UNAM,
pueden profundizar la fragilidad y el riesgo en qué está nuestra máxima casa de
estudios ante los embates del poder. Por ellos, si Carola García intenta
convencer al rector Lomelí de que “su carta” es la que garantiza estabilidad
porque es la que controla a los grupos de porros y paristas, llevará a la
rectoría a un nuevo error pues lo único que hará es, nuevamente, ceder ante los
grupúsculos que viven del chantaje y de la presión porril.
Un hombre tan talentoso como el Rector
seguramente ya tiene este escenario en mente. Lo que habrá que esperar es cómo
evoluciona el proceso y si la directora Carola García es capaz de construir una
su sucesión sería, creíble, pero sobre todo, con la responsabilidad y altura de
mirad que exigen la realidad de la UNAM y el país.