Comenzó la sucesión en la Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales de la UNAM
En las próximas semanas la Junta de Gobierno de la UNAM
emitirá la convocatoria para nombrar a quien será la o el nuevo director de la
FCPyS-UNAM.
Esta Facultad, una de las más importantes de la UNAM, por su
historia y su tamaño (alberga a más de 12 mil estudiantes y a más de mil
profesoras y profesores), ha enfrentado un proceso de acelerado declive en las
últimas décadas, sobre todo luego del paro de 1999, en el que fueron
protagónicos varios personajes de la ralea del sujeto apodado como “El Mosh” y
otros de la misma estirpe.
Ahora, quienes lo arroparon y simpatizaron con ese
movimiento nefasto, se han reagrupado y buscan regresar al control de esa
Facultad, promoviendo a Karla Valverde Viesca, actual coordinadora del posgrado
de esa entidad universitaria, y quién abiertamente ha manifestado su simpatía
con los movimientos radicales y de chantaje de la UNAM.
Para colmo, Karla Valverde se ha convertido en la protectora
de un grupo de profesoras que no han tenido escrúpulos en usar incluso a
menores de edad, para desarrollar campañas negras en la Facultad, una práctica
propia de grupos porriles y mafiosos que no deben tener cabida en la UNAM, la
cual sigue siendo la más importante institución educativa de nivel medio y
superior en nuestro país.
A través de una consulta de información a la UNAM, se
confirmó, por ejemplo, que la Unidad Jurídica de la FCPyS sancionó con una
Amonestación, prevista en el Estatuto del Personal Académico, a quien es la
principal operadora y protegida de Valverde, quien ha recurrido incluso a
prácticas de intimidación a través de un muy alto funcionario de la SEP.
Por otro lado, en una Universidad donde lo que debe
privilegiarse es el prestigio académico, Karla Valverde ha hecho gala de un
estilo de trabajo cómodo por el cual, luego de casi 20 años de ser profesora de
tiempo completo, no ha logrado avanzar del nivel I en el Sistema Nacional de
Investigadores (SIN). Lo cual revela que, una de dos, o su producción es muy
limitada, o no tiene la capacidad para presentar informes académicos lo
suficientemente sólidos como para ser considerada en un nivel superior de reconocimiento
por su trabajo y trayectoria.
Karla Valverde cuenta con el apoyo manifiesto de la
directora actual de la Facultad, Carola García Calderón, y de su siniestro
esposo, Leonardo Figueiras, quienes a través de Valverde buscan mantener los
privilegios que han mantenido al menos en las últimas cuatro décadas de lucrar
con un discurso aparentemente contestatario pero que ahora, al haber llegado a
la dirección de la Facultad, han dilapidado con una gestión que, en el mejor de
los casos, puede ser calificada de mediocre.
Si la directora Carola García intenta convencer a la
Secretaria General de la UNAM o al propio Rector Lomelí, de que Karla Valverde
es la mejor opción, estaría cometiendo un grave error pues la colocaría de
espalda a los principios e ideas que enarboló públicamente durante décadas;
pero sobre todo, estaría traicionando a la Universidad que le ha dado todo en
la vida.
Una Facultad como la de Ciencias Políticas puede incendiarse
muy fácilmente. Un paso en falso o un error de cálculo, o incluso un proceso de
negociación contrario al interés superior de la UNAM, pueden profundizar la
fragilidad y el riesgo en qué está nuestra máxima casa de estudios ante los
embates del poder. Por ellos, si Carola García intenta convencer al rector
Lomelí de que “su carta” es la que garantiza estabilidad porque es la que
controla a los grupos de porros y paristas, llevará a la rectoría a un nuevo
error pues lo único que hará es, nuevamente, ceder ante los grupúsculos que
viven del chantaje y de la presión porril.
Un hombre tan talentoso como el Rector seguramente ya tiene
este escenario en mente. Lo que habrá que esperar es cómo evoluciona el proceso
y si la directora Carola García es capaz de construir una su sucesión sería,
creíble, pero sobre todo, con la responsabilidad y altura de mirad que exigen
la realidad de la UNAM y el país.