“Por sus obras
los conoceréis”.
Es una frase
contundente que en México es fácilmente aplicable a los políticos y a los
partidos políticos cuyos resultados se vinculan con la ineficacia, la
pasividad, el engaño a la ciudadanía, la impunidad o la corrupción y quizá, por
eso, presentan los niveles más bajos de confianza en comparación con otras instituciones
públicas que no gozan de buen prestigio como los bancos, el Ejército e incluso
la policía.
Y si hicieran
falta ejemplo de la desconfianza hacia los políticos basta voltear al Congreso,
en donde las mayorías legislativas se han dado a la tarea a respaldar consignas
de gobierno, aun en contra del beneficio social y el compromiso jurado en favor
de los ciudadanos a los que representan.
El análisis y
las consecuencia de las leyes que aprueban generalmente sin entender, no
cuentan; lo que les importa es mantener la unidad del partido y cumplir con el
mandato del líder.
Sobre esa base
es que en la Cámara de Diputados se aprobó la Ley de Ingresos para 2021, con ligerísimos
matices logrados por una oposición que no podía hacer otra cosa para evitar
pasar desapercibida, y la Miscelánea Fiscal que contempla cambios en las leyes
del IVA e ISR y el Código Fiscal de la Federación, que dificultan el
cumplimiento.
En el Senado de
la República la mayoría legislativa, incluidos los partidos satélite, tienen
como objetivo la extinción de 109 fideicomisos que centralizarán la utilización
de unos 64 mil millones de pesos el próximo año y que cierran el paso a la
investigación, la ciencia, las artes y los derechos humanos, entre otros.
Con esas
acciones no se ofrecen medidas en favor de la reactivación económica o el
empleo. Es más, representa una declaración de distanciamiento a la tendencia
mundial de canalizar ayudas productivas para enfrentar la crisis y superar la
informalidad desatada por la pandemia del COVID-19. Cuando mucho, se mantiene
el asistencialismo como solución a la pobreza y compra de lealtades electorales.
Los partidos
políticos, como las demás instituciones públicas, existen en las democracias
para promover acciones de beneficio general como la representación y
articulación de intereses sociales, pero cuando éstos no son atendidos y, por
el contrario, se abusa del poder, se omiten métodos democráticos al interior
del partido y se desatienden las necesidades ciudadanas para sólo considerar las
del grupo, es cuando se actualiza el “partidismo”. Que no es otra cosa que el
ejercicio del gobierno por los partidos privilegiando intereses particulares.
Con las
decisiones legislativas recientes e inmediatas, lo ocurrido en el terreno
judicial y no olvidemos lo que pasó en materia electoral, refleja que los
políticos y los partidos no cumplen las expectativas de los ciudadanos y es
cuando estos les retira la poca confianza de que disponen.
Por cuanto a la
Ley de Ingresos aprobada, la mayoría de Morena justifica que no se aplicará el
“mini gasolinazo”, que proponía un sobregravámen en el precio final si la
cotización internacional del petróleo caía, ni el aumento en cobro Derechos por
el uso de plataformas digitales, además de que no habrá nuevos impuestos.
Sin embargo, se
omiten acciones fiscales para reactivar la inversión, la producción y el
empleo. Se otorgan más facultades de fiscalización para el SAT que tendrá más
margen de acción contra los contribuyentes cautivos y no se toca ni con el
pétalo de la aplicación de la ley a la economía informal.
La planeación en
materia de ingresos es tan burda que violenta los principios del Federalismo
Fiscal y en una aparente concesión soberana se permitirá que los estados
contraten deuda libremente, si sus congresos se los autorizan.
Así, el dictamen
prevé ingresos por 6 billones 262,736 millones de pesos, que es 33 mil millones
de pesos inferior a lo propuesto por el Ejecutivo Federal y que se logró porque
los partidos de oposición lograron eliminar una partida que le permitiría al
presidente usar hasta 33 mil millones de pesos provenientes del Fideicomiso
Fondo de Salud para el Bienestar, conocido como el Fondo de Gastos
Catastróficos del INSABI porque no corresponden a una estimación de ingresos
futuros, sino a un monto que ya se encuentra en el fondo referido y que ya
tiene un destino de conformidad con la Ley de Salud.
Era tratar de dar
la vuelta a la prédica de lucha contra la corrupción en los fideicomisos.
Aunque pueden
existir excepciones, con esas mañas, ignorancia, falta de visión y con esa
actitud, ¿cómo no desconfiar de los políticos y de sus partidos?
@lusacevedop