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Cómo es recomendable que duerma un bebé

por Redacción
24-02-2022

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Si mencionas que has tenido un bebé, casi todos te preguntarán lo mismo: ¿qué tal duerme?

Muchos padres exhaustos esperan ansiosos a finalmente duerman toda la noche. En Occidente en particular, terapeutas, libros y artículos prometen ayudar a las familias a conseguir un santo grial: un bebé que duerma en su cuna, solo, toda la noche, además de varias siestas durante el día.

Hasta algunos pediatras advierten que, si esos objetivos no se cumplen, es menos probable que los niños duerman lo necesario para crecer y desarrollarse.

Pero esta idea del sueño ininterrumpido e independiente está lejos de ser universal y es muy diferente a cómo los infantes han dormido a lo largo de la historia.

Es un problema que puede generar ansiedad y estrés a los padres y hasta ser peligroso para los propios bebés.

"Cómo dormimos en el siglo XXI es algo raro desde el punto de vista evolutivo, porque no evolucionamos para yacer como muertos por ocho horas y despertarnos en total silencio y oscuridad", explica Helen Ball, profesora de antropología y directora del Centro Durham para la Infancia y el Sueño en Inglaterra.

"Eso afecta la forma en que pensamos cómo deben dormir nuestros bebés".

No es nuevo preocuparse por si los bebés duermen suficiente. Las primeras guías científicas sobre el tema datan de 1897, cuando un científico ruso recomendó en un libro que los recién nacidos deberían dormir 22 horas al día.

Durante el siglo siguiente el tiempo de sueño recomendado se redujo, pero siguió superando la media en la práctica en 37 minutos, lo que cimentó el camino para décadas de padres preocupados.

Hoy los expertos concuerdan en que el sueño es crucial para bebés y niños (y también para adultos).

La falta de sueño se asocia a factores de riesgo cardiometabólicos, más probabilidades de desarrollar trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH, por sus siglas en inglés), a un bajo desempeño cognitivo y a la regulación emocional y a logros académicos y calidad de vida más pobres.

Sin embargo, muchas de estas posibles consecuencias involucran a niños en edad escolar y no a bebés.

Hay correlaciones, no causalidades.