Mauricio Valdés
Para salir adelante y lo menos afectados posible de esta
pandemia, es indispensable acercar la ciencia a la política. O, mejor dicho:
acercar los científicos a los políticos. De este binomio sería posible que
mientras se logra un medicamento eficaz para la curación del virus y una vacuna
probada y aplicada a la población, se puedan adoptar decisiones preventivas
suficientes para fortalecer el sistema inmunológico de la población,
principalmente de los más expuestos a riesgos.
Una parte, orientación nutricional, y la otra, si fuera
posible, distribución de vitaminas y complementos alimenticios. ¿Que cuesta?,
desde luego, ¿difícil y complicado?, también, pero menos que la creciente
pérdida de vidas en el mundo.
Eso es exactamente lo primero que hizo el Señor Biden,
mientras el berrinchudo del Presidente en funciones sigue alegando fraude
electoral sin pruebas, ha reunido un equipo de científicos para salvar a su
población. Ese es el papel que corresponde al Presidente de una nación: unir a
científicos de diversas especialidades con quienes toman las decisiones que
impactan a todos. Solo así se pueden resolver los retos actuales y futuros para
propiciar mejores condiciones de vida a las futuras generaciones, con las
acciones que se adopten y emprendan ahora. El asesoramiento de especialistas es
una de las muchas acciones para cumplir la misión presidencial.
Así puede responder con eficacia y prontitud a la gravedad
de una pandemia sin precedentes, para lo cual se requieren valores,
conocimiento y acciones. Y fortalecer la confianza de la población en los
políticos, que para nuestra cultura parece un reto inalcanzable.
A pesar de todo, en los meses siguientes debemos aceptar que
aún los mejores científicos y políticos pueden fallar, por lo que la situación
amerita prudencia, serenidad y comprensión. Nada sencillo, pero no imposible.
Imagino lo difícil que la están pasando los profesionales de
la salud pública que a diario velan silenciosamente por la salud de todos,
sanos y enfermos, y que saben tomar decisiones con la información disponible,
aunque imperfecta, dinámica, y la experiencia que los pacientes van dejando en
sus archivos.
Por eso los comunicólogos señalan que necesitamos menos
ruido y más serenidad. Un llamado a la serenidad, a evitar la propagación
morbosa de rumores y chismes, tan abundantes hoy día. Que si a fulano ya le dio
covid, que si tal otro personaje, también, como si fuera algo para demostrar nuestro
conocimiento de algún secreto. La única difusión válida deben ser las normas
mínimas de sanidad. Tiempos difíciles que nos toca vivir, y que, con madurez,
podemos superar.