¿Por qué existe el miedo?
Es una ventaja evolutiva. Nos protege de amenazas que podrían poner en peligro nuestra integridad física o directamente nuestra supervivencia. Si nos acercamos a un acantilado, el miedo a caer al vacío nos hará actuar de forma más prudente. Si un depredador corre hacia nosotros, el miedo nos ayudará a huir fuera de su alcance.
El problema que tenemos, es que nuestro cerebro sigue usando el miedo para avisarnos de peligros con consecuencias mucho más leves. Ahora que vivimos en una civilización organizada, a salvo de depredadores y de la naturaleza en general, no hemos dejado de pasar miedo. Hacer el ridículo o sufrir un rechazo amoroso no se puede comparar con ser devorado por un felino o caer en un precipicio, y sin embargo nuestro cerebro emplea el mismo mecanismo.
¿Por qué hace falta vencer el miedo?
En muchas situaciones, la reacción de miedo es totalmente improductiva. Emprendemos la huida frente a un peligro magnificado en nuestra mente, y por su culpa no avanzamos en nuestra vida.
Estás infeliz en tu trabajo, pero no te cambias porque te da miedo la eventualidad de no conseguir otro empleo.
Te gusta una persona, pero no te atreves a decírselo, por miedo a que te rechace.
Sientes celos cada vez que una persona atractiva habla con tu pareja, porque tienes miedo a que os acabéis separando y que eso signifique para ti la soledad.
Te preocupas en exceso por tu salud, y eso afecta tus actividades y tu vida social.
En esos ejemplos, solemos exagerar el peligro y sus consecuencias. Nos lleva a pasarlo mal simplemente por evitar la situación que hemos considerado como arriesgada.
Queda claro que sería mejor buscar formas de superar esos miedos, ¿No crees?
Ahora sí, te explico mis consejos para vencer el miedo
Primer paso: toma conciencia de tu miedo
El problema con el miedo es que, muchas veces, se oculta. El mejor ejemplo en la lista que puse antes es el de los celos. Cuando no te gusta ver a tu pareja conversar con personas atractivas, a lo mejor solamente piensas: “siento celos”, pero no vas más allá. Quizás reconozcas que esos celos nacen de tu inseguridad, e indirectamente, del miedo a perder la relación. Pero pocas son las personas que van hasta el final y reconocen que lo que tienen es miedo a estar solas.
Así que, cuando sientas ese miedo, o una sensación desagradable, reflexiona. Busca el motivo. Concreta. Racionaliza.
“No me atrevo a dejar este puesto porque me da miedo quedarme sin trabajo, sin recursos, y finalmente acabar en la calle”.
“No me arriesgo a decir mis sentimientos a esa persona porque seguro que me rechaza, porque yo no estoy a su altura. Luego me sentiré muy mal, con la autoestima por los suelos, no merece la pena”.
“No voy a ir a esa fiesta. Pese a que todo el mundo este vacunado y la incidencia está muy baja, siempre existe un riesgo de contagiarse. Ya sé que tengo 30 años, pero no quiero pillar el virus, ir al hospital, acabar en la UCI y morirme. Mejor sigo sin relacionarme con nadie.”
Paso dos para vencer el miedo: imaginar lo peor y pensar en soluciones
Si te tienes que quedar con solo una idea del artículo, que sea esa. Imaginar lo peor que puede pasar es muy útil, porque te ayuda a darte cuenta que, en la mayoría de los casos, hay soluciones.
Imagina que dimites de ese empleo que no te gusta. Las cosas no te salen bien, no consigues otro trabajo, o lo pierdes al poco rato. Te quedas en el paro. ¿De verdad acabarías en la calle? No. En el peor de los casos, te ayudarían familiares u amigos. Y hay subvenciones públicas.
¿Tu pareja puede dejarte? Claro, eso les pasa a muchas personas. ¿Y qué? Lo pasarás mal durante un tiempo, seguro. Pero luego te acostumbrarás a la soledad o encontrarás a una nueva persona para tener una relación. No es tan grave.
¿Te da miedo el rechazo? ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que te sientas mal por haber sido rechazad@? Pero, ya te estás sintiendo mal por no atreverte a confesar tus sentimientos.
Lo del miedo a la muerte del último ejemplo es un poco diferente. Obviamente si te mueres ya no hay soluciones. Pero se podría decir que todos tenemos que morir, y que dejar de vivir por no morir no compensa.
Paso tres: pensar en probabilidades
Ahora que, para la mayoría de tus miedos, has visto que las consecuencias no serían tan terribles como imaginabas, queda valorar la probabilidad real de que ocurra el escenario más pesimista. Con el miedo, tendemos a exagerar las posibilidades. Asumimos que, porque tenemos miedo, existe un riesgo, pero ambos conceptos son diferentes.
Por ejemplo, la probabilidad de morirte de un accidente doméstico es superior a la de morir en un accidente de tráfico, pero en casa no tenemos miedo.
Cuando ocurrieron los atentados de París hace unos años, la gente tenía miedo a salir a la calle en los días posteriores. Es una reacción entendible, pero ilógica. Cuando ocurrieron los ataques el riesgo era máximo, pero nadie tenía miedo. Después de los atentados, con la presencia policial y las precauciones de los ciudadanos, el riesgo era mínimo, pero el miedo estaba en su máximo. Así se nota mejor que el miedo es una percepción, no una medición del riesgo. Es importante saberlo.
Volviendo a los ejemplos:
Si dejas el trabajo y empiezas en otro lugar. ¿Cuál es la probabilidad real de que pierdas ese segundo empleo? ¿Y que, si lo pierdes, no encuentres absolutamente ningún otro trabajo? Es muy baja. Además, podrías perder tu trabajo actual, ese riesgo no lo tomas en cuenta.
Lo mismo, ¿Cuál es la probabilidad de que no vuelvas a encontrar a una persona que te guste y le gustes a ella? Muy baja, hay muchas personas compatibles en ese mundo.
Si eres joven, estás vacunado, que tus amigos lo están también, tu riesgo de complicaciones y muerte por el virus es ridículamente bajo. Tienes más riesgo de morirte en un accidente de tráfico, pero eso no te da miedo.
Último paso: valora el beneficio de actuar y vencer el miedo
Quiero acabar el artículo con un tono más positivo. Cuando estás viendo las cosas bajo el prisma del miedo, todo coge un color negativo. Sería un error olvidar que la acción que te da miedo, muchas veces está asociado a una mejora para ti.
Si encuentras un trabajo que te gusta más, o te paga mejor, o ambas cosas, probablemente seas mucho más feliz día a día.
En caso de decidir vencer el miedo y los celos, tu relación con tu pareja mejorará y disfrutareis más de ella.
Si te declaras a la persona que te gusta y sus sentimientos son recíprocos, podréis empezar una bonita historia de amor. ¿A qué esperas?
En lugar de quedarte en reclusión, puedes tener actividades sociales y disfrutar de la vida. Lo puedes hacer con responsabilidad y cierto cuidado. Te darás cuenta de que no pasa nada y estarás más feliz.