Perteneciente a los denominados síndromes por sensibilización central – CSS, el síndrome de fatiga crónica es una enfermedad crónica neuro-endocrino-inmunológica, que consiste en un desarreglo bioquímico capaz de generar un gran cansancio físico y mental del individuo que la padece, y que no consigue ser aliviada con el descanso habitual. Desde hace unos pocos años, se le conoce con el nombre de enfermedad sistemática de intolerancia al ejercicio, debido a que la simple actividad física genera malestar en el paciente.
El síndrome de fatiga crónica representa un problema de salud que impacta de lleno en la calidad de vida de quien lo padece, impidiéndole desarrollar sus actividades habituales con total normalidad. Esta enfermedad no solo produce discapacidad en el paciente, sino que llega a afectar a todo su entorno debido a las dificultades que afronta para realizar sus tareas habituales con normalidad. Es por eso que resulta indispensable el apoyo y la comprensión de la familia para mejorar su condición.
Pese a que hemos oído hablar muy poco de ella, lo cierto es que esta enfermedad no es nueva. Desde hace varios siglos se tiene registros de padecimientos similares, identificándose con distintos nombres, como es el caso del síndrome de DaCosta, la neurastenia o la encefalitis miálgica. En la actualidad, es un problema que afecta principalmente a adultos jóvenes, en las edades comprendidas entre los 20 y 40 años.
Síntomas habituales del síndrome de fatiga crónica
Aunque aún se desconocen las causas que originan el síndrome de fatiga crónica, algunos especialistas consideran que es producido por una alteración inmunológica; otros, debido a fallas de las mitocondrias e, incluso, hay quienes consideran que es producto de algunos agentes tóxicos.
Los síntomas de esta enfermedad suelen ser muy variables entre los pacientes, manifestándose, también, distintos niveles de intensidad. Ello, conlleva a problemas en el adecuado diagnóstico y su posterior tratamiento. Muchas veces, se le considera solo como una mera falta de energía ya que esta patología no genera, en la persona, el aspecto de individuo enfermo.
Algunos de los síntomas más relacionados con el síndrome de fatiga crónica, además del cansancio profundo, están relacionados con la dificultad para concentrarse y el deterioro de la memoria inmediata. Los pacientes también refieren dolores, tanto musculares como de las articulaciones, cefalea e irritación de la garganta.
Además, los síntomas suelen empeorar poco tiempo después de realizar ejercicios físicos o algún tipo de esfuerzo mental, siendo necesario tomarse varios días para su recuperación.
Diagnóstico y tratamiento del síndrome de fatiga crónica
El diagnóstico de esta enfermedad es clínico. Aunque a lo largo de los años se han presentado ocho criterios de diagnóstico, en la actualidad, son utilizados los criterios de Fukuda que se basa en la fatiga crónica persistente, de más de seis meses, y en la exclusión de otras enfermedades, además de la presencia de ciertos síntomas como mialgias, odinofagia, cefaleas y adenopatías, entre otros.
El síndrome de fatiga crónica no cuenta con un tratamiento curativo, aunque sí existe un procedimiento orientado a mejorar los síntomas, optimizar la capacidad funcional del individuo y elevar su calidad de vida.
Algunas de las técnicas más utilizadas por los especialistas consisten en terapias para recuperarse de la fatiga y mitigar los problemas de sueño, la depresión, los mareos, la ansiedad y el dolor.
También, consisten en un abordaje específico y a largo plazo de las infecciones generadas por virus, hongos, bacterias y parásitos, acompañadas con el consumo de suplementos probióticos.
Otros tratamientos que suelen ser prescritos para el síndrome de fatiga crónica son las terapias cognitivo-conductuales y la práctica del ejercicio físico gradual, aunque no existe evidencia concluyente acerca de su nivel de efectividad.
Además, se estima que la alimentación juega un papel muy importante en la manifestación de los síntomas del síndrome de fatiga crónica, por lo que se suelen revisar la dieta nutricional identificando las intolerancias alimentarias.
¿Qué hacer en caso de manifestar los síntomas del SFC?
Desde el momento en que se presentan los primeros síntomas hasta su adecuado diagnóstico, suele pasar, en promedio, 5 años, por lo que resulta indispensable tomar conciencia de esta enfermedad a tiempo. Además, es preciso tener en cuenta que este padecimiento está asociado a otras patologías, como la fibromialgia y la sensibilidad química múltiple, por lo que será necesario descartar estas enfermedades.
También, se recomienda que el paciente logre implicarse activamente en el control de la enfermedad, informándose adecuadamente y siguiendo al pie de la letra las indicaciones del especialista.
Al no existir cura para esta enfermedad, es conveniente que quien la padece consiga aliviar los síntomas a través del control de su descanso, una adecuada alimentación y la modificación de sus actividades diarias. De esa forma, podrá orientar sus esfuerzos para obtener una mejor calidad de vida.