Juan Bustillos
Por el resultado de la audiencia sobre la adquisición por
parte de Pemex de Agronitrogenados, pareciera que medio le cumplió la Fiscalía
General de la República a Emilio Lozoya el acuerdo, si lo hubo, por el que se
allanó a la extradición y decidió venir voluntariamente a México a enfrentar
acusaciones en su contra, una de ellas sobre la empresa que fue AHMSA y la otra
por Odebrecht.
Quedó vinculado a proceso en prisión domiciliaria en el
Hospital Angeles bajo vigilancia policíaca, sin pasaporte y sin visa, pero con
brazalate electrónico a fin de evitar que pueda huir. Por este caso podrá gozar
de libertad provisional al abandonar el nosocomio. Este miércoles el juez
decidirá si queda en las mismas condiciones en cuanto al caso Odebrecht.
Antes que la Fiscalía General de la República solicitara su
vinculación a proceso, en la primera comparecencia ante el juez José Artemio
Zúñiga Mendoza, Emilio Lozoya reveló haber sido “sistemáticamente intimidado,
presionado e instrumentalizado” en relación a los hechos que se le imputan, la
adquisición por parte de Pemex de Agronitrogenados.
La revelación del ex director de Pemex es relevante porque
no conozco a nadie capaz de intimidarlo o atreverse a intentarlo.
De inicio supuse que se refirió, si no al gobierno del presidente
López Obrador, sí a la Fiscalía General de la República que para doblegarlo
mantiene en fuga a su hermana y a su esposa, y bajo proceso a su señora madre
después que pasó varios meses en una cárcel alemana.
De inmediato deseché esta posibilidad porque hacerlo sería
suicida; significaría poner en riesgo el acuerdo por el que aceptó regresar a
México a enfrentar las acusaciones con un Criterio Determinado, como lo planteo
su abogado Miguel Ontiveros Alonso, que lo beneficie a él, pero también al
menos a su hermana, que ha sido vinculada al mismo caso.
Ontiveros Alonso explicó que Emilio quiso decir que “fue
utilizado en su calidad de instrumento no doloso, en el marco de un aparato
organizado de poder que se alejó del derecho de cara a la comisión de hechos
como los referidos por la representación social el día de hoy”.
Razón por la cual, el ex director de Pemex “en su momento
oportuno denunciará los hechos cometidos, señalando claramente a las personas
responsables y los cargos que ocupaban. Todo ello, en el ánimo de salvaguardar
la edificación de un criterio de oportunidad que se ha empezado a gestar con la
FGR”.
Conforme a entrevista del 20 de julio con el periódico El
País, el ministro en retiro José Ramón Cossío considera que, del listado de
numerales del 256 del Código Nacional de Procedimientos Penales, sólo aplicaría
en el caso de Lozoya la fracción V, es decir, que “el imputado aporte
información esencial y eficaz para la persecución de un delito más grave del
que se le imputa, y se comprometa a comparecer en juicio.
“Lo relevante de esta última posibilidad, es que no exige, a
diferencia del testigo colaborador, que se esté en un delito específico.
Únicamente se requiere la relación de gravedad ya señalada. Por lo mismo,
Lozoya podría colocarse en la situación de proporcionar información de los
delitos cometidos por otras personas que, quiero insistir en este punto, no
estén acusados de delincuencia organizada. Supongamos que con motivo de las
operaciones de Odebrecht o de Agro Nitrogenados, se acusa a ciertos
funcionarios de cohecho o uso indebido de funciones. Para el caso, bastaría que
Lozoya proporcione información relevante, desde luego a juicio de la Fiscalía
General de la República, para que se pudieran actualizar el criterio de
oportunidad y ello, a su vez, conducir al no ejercicio de la acción penal”.
Si es así, supongo que llegado el momento, Emilio revelará
quién o quienes lo intimidaron, presionado y usaron “sistemáticamente” como
instrumento. No se me ocurren otros que sus antiguos superiores jerárquicos, el
entonces presidente Enrique Peña Nieto y el ex secretario de Hacienda, Luis
Videgaray.
Sin embargo, al menos en la narrativa original sobre el tema
de Agronitrogenados no parecía existir intimidación ni presiones, aunque si
instrucciones presidenciales directas para la adquisición; también la
advertencia, no oposición de Lozoya, de que Pemex carecía de recursos
económicos para hacer frente a la operación.
Al final, como lo explicará Lozoya, comprar Agronitrogenados
resultó un buen negocio para Pemex, que se vino abajo cuando ya no estando al
frente de la petrolera mexicana se deshizo la sociedad pactada con la empresa
noruega YARA.
Sin embargo, es probable que en los últimos meses el ex director
de Pemex recordara palabras o acciones de sus superiores en el sexenio pasado
que puedan ser interpretadas como intimidación o presión sistemática, al menos
en el caso de Agronitrogenados.
En realidad, cuando leí su referencia a intimidación y presión
sistemática creí que se se refería a la adquisición de Fertinal, a cuya compra
se opuso sistemáticamente.
El resultado de esta noche es bueno a medias para Emilio; ya
veremos qué ocurre mañana.