Mauricio Valdés
En algunas experiencias como legislador me enfrenté al dilema del voto en temas cruciales y controvertidos de las votaciones. Hoy escribo al respecto, observando el debate, abierto y discreto, en el proceso legislativo de las cámaras de nuestro Congreso de la Unión, para la llamada Reforma del Poder Judicial. Cuando tuve ese dilema, acudí a los expertos y luego a la indispensable disciplina de un grupo parlamentario que debía el voto ciudadano al proyecto partidista. Recuerdo, y está en el Diario de los Debates del Senado, cuando se aprobó la reforma al Artículo 82 de la Constitución, antes de votar, expresé en mi discurso al respecto argumentos contrarios a la propuesta de reforma, y la explicación de mi voto.
Por lo controvertido del tema, la votación en el Senado se presenta como un gran acontecimiento, y por el tema, lo es. En mi opinión, se han magnificado los números, y eso prevalece, más que los argumentos en uno u otro sentido. Se pierden las magníficas explicaciones, algunas con importantes referencias históricas desde el debate del tema para la Constitución de 1917.
Trasciende más el requisito del número de votos necesario para una Reforma Constitucional, de las dos terceras partes de los legisladores “presentes”, la llamada “mayoría calificada”. Se han hecho hasta discusiones sobre las fracciones decimales, para justificar si son necesarios 85 u 86 los votos requeridos, lo que recuerda la famosa aritmética de la política, porque el debate creo no terminará en los números de la votación.
La experiencia de la práctica parlamentaria concluye que se requieren 86 votos en el Senado. Aunque considero más necesario que las reformas constitucionales se sometieran a un proceso de amplia información y plebiscito, porque nos competen a todos los ciudadanos. Su impacto es para todos y por mucho tiempo, considerando elevados riesgos para el principio de seguridad jurídica, como se ha criticado al actual sistema de Justicia.
Como quiera que sea, el resultado es previsible en las Cámaras. Como señala Lorenzo Meyer: el Mesías tropical gana la partida y en buena lid. En tanto el voto de los electores es un derecho, el voto de los legisladores es ejercicio del poder. La elección de la mayoría de legisladores de la Alianza “Juntos haremos historia” en el Congreso, no deja lugar a dudas. Como sucedía en el pasado cuando la mayoría de sus integrantes eran del PRI y sus aliados. Las críticas prevalecen, y queda el juicio de la Historia, con mayúscula. Porque sólo el tiempo determinará el éxito o fracaso de las decisiones. Que triunfe la esperanza sobre la experiencia.