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Felipe León López
Al momento de escribir estas líneas el hashtag #UnDíaSinMigrantes es un
movimiento social de impredecibles magnitudes y que apenas en los últimos cinco
días en los Estados Unidos ha comenzado a manifestarse, siendo las llamadas
“ciudades santuario” como Los Ángeles y Chicago las más activas, pero la
tendencia parece escalar en forma rápida.
Ayer lunes 3 de febrero, se convocó a manifestaciones simbólicas como no
consumir marcas ni en los supermercados de origen estadounidense, otras más
territoriales, como salir a las calles de Los Ángeles, San Diego, Houston, Oregón y
Dallas, entre otros, a protestar bajo el grito de “Migrar no es un delito”.
Y es que la amenaza de deportaciones de migrantes se suma al aviso de que, en
Guantánamo, el emblemáticamente símbolo del abuso de poder estadounidense,
habría de construirse un Centro de Operaciones Migrantes (GMOC) para más de
30 mil indocumentados que no sean recibidos por sus países de origen, para lo
cual ya están instalados 500 soldados y 300 marines de ese país.
En México, apenas comienza a sentirse la llegada de los paisanos que son
deportados y con ello la presión a los tres niveles de gobierno para darles
vivienda, empleo y atención especial para reinsertarlos en sus comunidades,
crecerá conforme avancen las semanas y los meses.
De acuerdo con datos del Pew Research Center, en 2023 en Estados Unidos
habría unos 12 millones de personas de origen mexicano, de los cuales 4.1
millones estarían en condiciones de indocumentados.
Nada sencillo, porque el impacto económico y social en las comunidades
receptoras alterará su normalidad. Los migrantes deportados no sólo producirán
una baja en las remesas, sino que, por la forma en que los han comenzado a
detener y regresar éstos llegan sin recursos económicos, lo que aumenta la
presión sobre las familias y las economías locales. La falta de empleo y vivienda
adecuada, sumado a su desarraigo, complica su reintegración social, generando
situaciones de vulnerabilidad y marginalidad.
El efecto también será de salud pública, principalmente en la salud mental porque
varios de los deportados enfrentarán la separación de sus familias y la
incertidumbre sobre su futuro, generando estrés, ansiedad y dependencia a
enfermedades como el alcoholismo, alguna adicción o la farmacodependencia. Y
si a lo anterior se suma que quienes primero están siendo deportados son los que
tienen récord criminal, están en prisión por robo, violencia o algún delito similar, y
quienes son denunciados por incumplir con la manutención de sus hijos o
exparejas en situación vulnerable, pues podría significar otro problema más en la
inseguridad.
Los deportados forman parte la mayor crisis humanitaria del mundo y en este
momento, Estados Unidos a través de su presidente, encabezan la mayor
estigmatización y campaña de exclusión social de su historia (como también
ocurre en Europa, donde poderosos partidos neoderechistas arropan las mismas
banderas xenófobas, supremacistas y fascistas).
Por ahora, la cancelación de programas para asilados y refugiados (parole
humanitario) para cubanos haitianos, nicaragüenses y venezolanos; de la
aplicación CBP One, zonas sensibles (donde no se podía realizar redadas tal
como escuelas, hospitales e iglesias) y, según dicen medios estadounidenses, la
reimposición del Programa Quédate en México (MPP) así como la deportación
expedita a cualquier extranjero sin documentos o detectada su estancia ilegal con
menos de dos años en Estados Unidos o sean detectados por las redadas y
operativos por parte de agencias como ICE (Immigration and Customs
Enforcement) aumentarán aceleradamente a la detención y deportación de
inmigrantes.
Y en este ambiente, avisos como “los recibimos con los brazos abiertos” no dice
nada para quienes ya no quieren retornar a sus lugares de origen y, como pasa
con los millones de mexicanos, sin ayuda consular para los que han sido
detenidos o coaccionados por los servicios de inmigración de ese país y que, por
falta de recursos económicos no pueden pagar fianzas o son regresados por no
tener defensa. Ahí es donde la Cancillería debería trabajar a fondo, además de
contratar lobbistas profesionales que represente a este sector ante las cámaras
estadounidenses como lo hacen otros gobiernos de otros países con el fin de
detener y condenar los abusos.
+ Trump: Un mes en cuenta regresiva… Un mes más logró la presidenta
Sheinbaum pausar la imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas a
Estados Unidos, pero desde la óptica trumpiana también se afianzó el compromiso
de que en un mes habría resultados para los temas de prioritarios de la agenda de
su gobierno: contener el flujo migratorio ilegal en la frontera, detener el tráfico de
fentanilo y… ¿será que se detendrá a alguno de los capos de los cárteles que
siguen libres o sus cabezas políticas protectoras? Un mes en cuenta regresiva.
+ “Ciudad Refugio”, respuesta de Clara Brugada… En marzo de 2024, en su
campaña para jefa de Gobierno, Clara prometió construir espacios donde se
albergaría al número creciente de migrantes. “No queremos que haya
campamentos en la calle; y para ello estaremos implementando varias medidas;
con techos dignos, seguro, apoyo en sus derechos y garantizar que la estancia
que estén en la Ciudad de México sea lo mejor que se pueda".
Contacto: feleon_2000@yahoo.com