La identidad sexual se establece al final de la adolescencia. Esto supone la integración de los impulsos sexuales a la personalidad total de manera concordante con diferentes aspectos del desarrollo del/ de la joven, siendo capaz de unificar y relacionar diversos aspectos como su sexualidad, normas, valores, ética y objetivos en la vida.
Como se ha analizado, la adolescencia constituye una etapa en el desarrollo del ser humano llena de retos y demandas. Uno de los objetivos fundamentales es el desarrollo de una construcción de identidad.
Paralelamente, durante la adolescencia muchos de los pensamientos, sentimientos y deseos de los adolescentes están dirigidos a su sexualidad. Este proceso, a menudo, se acompaña de preocupación, confusión e incertidumbre, especialmente en lo referente a la orientación sexual, ya que se empiezan a sentir emociones y afectos con una carga libidinal hacia otras personas. Con mayor frecuencia esta orientación es heterosexual, pero en otros casos puede adquirir características homosexuales o bisexuales, lo que frecuentemente genera mayores conflictos que los propios de la adolescencia.