Luis Acevedo
Pesquera
A estas alturas,
cuando el escándalo de los videos y la incapacidad política son temas
destacados de conversación, mientras la inflación que ya alcanza una tasa de
3.99 por ciento y los ahorros ya no valen nada, hay un indicador que refleja la
manera en la que la sociedad trata de impulsar a la economía nacional mientras
el gobierno federal dedica su mejor esfuerzo para iniciar una nueva campaña
política con vistas a las elecciones de 2021.
Más allá de los
beneficios monetarios que disfrutan algunos sectores sociales, no
necesariamente los más pobres, la población en su conjunto ha buscado revivir
el intercambio de bienes y servicios.
Es por lo que
observamos que las ventas al menudeo en todo el país mostraron en junio, con la
misma timidez de mayo, un crecimiento de 7.8 por ciento lo que significa una
ligera sacudida si consideramos el profundo hoyo que enfrentamos como
consecuencia del confinamiento debido la pandemia y al pasmo de las autoridades
frente a la emergencia.
Aunque ese
aumento no puede llamar al repique festivo de las campanas de nuestra mermada
economía, ya que este indicador mantiene un desplome del orden de 17.2 por
ciento a tasa anual, esto es junio de este año contra junio de 2019, según
informa el INEGI.
Lo grave es que
el movimiento positivo en las ventas al menudeo no tiene la consistencia
suficiente para pensar en la reanimación económica.
El horizonte
plantea que, por falta de estímulos productivos y desempleo en la economía
formal, las ventas minoristas permanecerán en terreno negativo durante los
próximos meses, aun cuando veamos avances mensuales, pero con caídas anuales
porque el confinamiento y la falta de políticas públicas colocaron a este
índice en el nivel prevaleciente en 2008-2009, cuando se vivió la crisis financiera
mundial debido al colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos que se
cruzó con la epidemia de la fiebre porcina AH1N1.
La profundidad
de la crisis nacional es de tal magnitud que, aunque las ventas al menudeo mantengan
avances marginales, considerando que el desconfinamiento económico empezó en
junio, la recuperación será lenta e incierta. El resquebrajamiento del mercado
laboral, el desplomen del ingreso de los hogares y las presiones inflacionarias
no permiten plantear una perspectiva optimista.
Aunque hay que
considerar que las tiendas departamentales ya dieron muestra de incremento en
sus ventas, pero no de manera uniforme en todas las regiones.
En junio
respecto a mayo, diez de las doce categorías que conforman el indicador
mostraron avances. El mayor crecimiento fue el subíndice de bebidas y tabaco con
+85.1 por ciento, cuando en mayo fue de -16.5 por ciento; seguido de textiles y
ropa, con 67.5 por ciento; tiendas departamentales 34.8 por ciento y artículos
de papelería 27.9 por ciento.
Llama la
atención que las ventas de productos de salud disminuyeron 0.9 por ciento y que
el comercio electrónico se desplomó 7.3 por ciento cuando en mayo creció 12.6
por ciento por el Hot Sale y el Día de las Madres.
A tasa anual,
solamente tres de las doce categorías lograron avanzar, en donde el comercio
electrónico aumentó 66.5 por ciento e impuso una marca histórica por el
confinamiento; seguido de las tiendas de autoservicio, con 3.5 por ciento.
Las caídas
anuales más impresionantes en junio se observaron en textiles y ropa -61.5 por
ciento; artículos de papelería -51.3 por ciento y las tiendas departamentales
con -39.5 por ciento.
Con la mayoría
de los indicadores en situaciones similares al que se describe, es inaudito que
las autoridades federales prefieran el circo, la maroma y el teatro de la
grilla que a reactivar a la economía.
Así que, por el
bien de todos, primero los pobres… pero todos y sin distingos.
@lusacevedop