Como los jarochos no tendremos Carnaval presencial en este puerto, los panistas se aventaron el pasado fin de semana tremendo espectáculo, digno de dar pena.
Y es que les cuento que ahora la “fifiriza”, sí, ellos, los que siempre han criticado el escándalo, la golpiza y el madruguete, se dieron hasta con la cubeta en un fallido intento de ejercicio democrático donde se supondría sería electo el candidato a contender por la alcaldía porteña, aún en manos de uno de los integrantes del clan Yunes: Fernando, quien de ninguna manera permitiría que le quitaran el “hueso” a su familia y sacaran de la jugada a su hermano Miguel Ángel, mejor conocido como el “chiquiyunes”.
La cosa era simple en apariencia: el joven Bingen Rementería Molina, de familia panista también e hijo del senador Julen Rementería Del Puerto, quería ser candidato a alcalde por el blanquiazul, pensando, de manera ingenua, que le iban a permitir llegar sus contrincantes, los Yunes, quienes impusieron por sus barbas al hijo del ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
Y sí, fue impuesto, porque de hecho no tenía ni las facultades para postularse por no contar con los años de residencia en el puerto jarocho, tal cual lo dio a conocer en noviembre del 2020 su dirigente estatal, Joaquín Guzmán, quien demostró que el ahora autonombrado candidato tenía su residencia en Boca del Río. ¿Ya se les olvidó?
La necedad es mucha y las ganas de estar en la esfera pública más, pues Miguel Ángel Yunes Márquez, a sus 44 años ha sido dos veces alcalde de Boca del Río e incluso contendió por la gubernatura, perdiendo frente al morenista Cuitláhuac García Jiménez.
Por ello, y como seguro a la buena no iba a ganar, se valieron de las prácticas más comunes para ganar una elección: la reventaron a sillazos, a golpes con grupos de choque, con heridos, con detenidos.
¡Qué vergüenza!
Y aunque el mismo señor Guzmán, su dirigente estatal ahora se cura en salud y sale de redentor a pedir “unidad”, el ambiente sigue caliente, ya que con solo 12 votos de diferencia Bingen exige resolución de la elección en tribunales, lo cual no estaría nada mal para que de paso nos explique por qué su asistente fue detenido con 150 mil pesos en efectivo. ¿Iba a ir de “shopping” al mercado de artesanías cuando acabara la votación? Lo dudo…
DE MAL EN PEOR…
En esas estábamos cuando circuló muy temprano la noticia del asesinato de la ex alcaldesa de Cosoleacaque, Gladys Merlín Alor, y su hija, Carla Enríquez Merlín, quien se rumora había sido invitada por Morena para contender por ese partido a la presidencia municipal de dicho lugar.
Ambas fueron halladas en su domicilio ultimadas por armas de fuego. Se dice que el móvil fue el robo, pero los maleantes entraron como Juan por su casa en un lugar donde había mucha vigilancia.
Como siempre nuestro gobernador, Cuitláhuac García, dio unas sesudas declaraciones y especuló que el homicidio puede estar vinculado a cacicazgos de esa zona. ¿A quiénes se refiere? Vendría bien recordarle que soltar suposiciones a lo tarugo no ayuda en nada y si tiene alguna prueba que mejor lo diga y actúe, porque de la violencia estamos hasta el gorro.
Estos homicidios se suman a la penosa lista de asesinatos de mujeres en nuestro estado, entre los más recientes se cuenta el de la nutrióloga Samara Aurora Zúniga a manos de su entrenador en el municipio de Actopan, hervidero de delincuentes, y el Florisel Ríos, ex alcaldesa de Jamapa, a quien, por cierto, se le negó protección por parte del estado pese a que se sabía estaba siendo amenazada de muerte.
Y la lista es larga.
Tan solo ayer la Fiscal General del Estado de Veracruz, Verónica Hernández Giadáns, dijo en su comparecencia ante el Congreso, que de 84 feminicidios perpetrados durante 2020, sólo 8 recibieron sentencia condenatoria.
Vendría bien que el gobernador pusiera atención a estas cifras de escándalo, ya que sus declaraciones, cada vez más desafortunadas, no ayudan en nada.