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Desde la Parroquia

por Mar Morales
11-03-2021

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Empezó la vacunación masiva en el puerto jarocho. Obviamente se quejaban por las filas y hubo algunos que se quejaron de más.
Ya sabe usted que para inventar “milagritos” nos pintamos solos pero en esta ocasión el invento armó tremendo mitote en un ambiente previo a las elecciones, donde por desgracia un tema tan importante como las vacunas contra el virus de que llegó de China se politiza de forma tan fea que los funcionarios públicos se dan con la cubeta.
Alguien dijo que había una mujer de la tercera edad había tenido privilegios para vacunarse y luego luego “radio pasillo” se dio vuelo armando historias dignas de la Rosa de Guadalupe.
Y es que resulta que nada más y nada menos la señora a la que acusaron de “privilegios” es la suegra del alcalde porteño, Fernando Yunes, a lo que cual ni tardo ni perezoso Cuitláhuac atacó y obviamente el alcalde reviró.
Se armó tremendo argüende, con insultos e improperios y la más perjudicada fue doña María Elena Díaz Vega, madre de la esposa del alcalde panista, maestra de profesión y persona honorable, a quien sin tener pruebas acusaron de falsificadora, de tramposa y de mala leche.
Lo peor: el gobernador replicó la mentira, echándose él solito la soga al cuello, pues le dio armas al alcalde panista de tacharlo de mentiroso, cobarde y estúpido.
Válgame dios… la prudencia brilla por su ausencia.
Ya basta de politizar la vacunación y de querer sacar raja política. 
¿No son suficientes los casi 200 mil muertos a causa de covid para entender que poner la vacuna en forma masiva es una real emergencia?

Lo que parece tampoco entenderse es que los movimientos feministas que protestan cada 8 de marzo contra los feminicidios  deben encontrar un punto medio entre la exigencia legítima (“nos tocan a todas” es real) y el alboroto y la consecuente represión gubernamental en todos los niveles.
El rechazo hacia las muertes de las manifestantes es genuina, pero siempre que marchan las esperan armadas hasta los dientes y con toda la fuerza para reprimir.
En la zona conurbada no hubo mayores problemas, salvo que el asta bandera del boulevard se transformó en anti monumento feminista que ahí dejarán por orden de la autoridad. 
Pero el anti monumento no basta para recordar que las mujeres somos agredidas, violadas y asesinadas incluso (o con más fuerza) dentro del mismo seno familiar.  Ya pónganse las pilas que las muertes de mujeres en el estado alcanzan números de escándalo.

En Orizaba también pusieron un anti monumento (aunque me reviren no es “monumenta”) para recordar a las víctimas de feminicidios, sobre todo para que no se nos olvide el brutal asesinato de Ernestina Ascensión Rosario, anciana indígena violada y ultimada por hombres del ejército en 2007 en  Soledad Atzompa.
Crimen artero que nunca fue aclarado y que incluso fue desvirtuado.

Es claro que los abusos hacia las mujeres, sobre todo las más vulnerables, es el pan nuestro de todos los días y los agresores hasta alcaldes quieren ser.
Tal es el caso de Rubén Ríos Uribe, diputado local y suspirante a la alcaldía de Córdoba por la alianza Morena-PVEM-PT, quien se enoja y amenaza con demandar a la prensa que lo señala de agresor de mujeres.
Se pone digno y dice que “le vale”. Así se las gastan quienes nos quieren representar...