logo
header-add

Deseo sexual. Conoce las claves para recuperarlo y mantenerlo en forma

por Redacción
21-12-2021

Comparte en

El principal mecanismo para desencadenar el deseo sexual es el estímulo, bien externo o interno: un pensamiento, una caricia, un soplido, una fantasía…y por qué no: el visionado de una película, la lectura de un libro, una conversación…

Hay tantos estímulos como queramos, y dependerá siempre de la persona, el momento, el contexto, etc.

Estos estímulos hacen que nuestro cerebro se active y los interprete como sexuales. A partir de ahí, se desencadenan una serie de respuestas en nuestro cuerpo, que si las seguimos alimentando con excitación y/o estímulos, harán que se aumente nuestro deseo sexual.

Que nuestro deseo sexual esté inhibido o activo, depende de muchos factores:

    Nuestras creencias y experiencias previas: Podemos haber vinculado el deseo a una emoción desagradable o incluso dolorosa por una situación vivida. O también, inhibimos el deseo porque nos han trasmitido que tenerlo es malo, pecaminoso o negativo.

A alguien le suena eso de que si piensas en esas cosas ¿eres una guarra? O esa idea de que si tienes deseo durante la menstruación o es imposible o es una asquerosidad…pues os diré que muchas mujeres, calman sus dolores menstruales con una buena masturbación.

    La situación o el contexto: Si consideramos que es adecuado o no, en ese momento concreto. Si lo percibimos como seguro o no…

Por ejemplo, en el momento actual de pandemia, salir a ligar es bastante arriesgado, lo que puede hacer que mi deseo sexual se vea mermado o de manera consciente lo apacigüe.

    El “objeto” de deseo: si sabes cuál es, si este es real o sin embargo es inalcanzable, si es sano y consentido para nosotros/as y/o para la persona con la que queremos ponerlo en práctica…

Por ejemplo: deseo muchísimo practicar alguna técnica sexual, pero sé que a mi pareja no le agradaría y explícitamente me ha dicho que no quiere; por lo que ese deseo lo puedo dejar para mi fantasía y mi auto-placer y/o simplemente reprimirlo.

Lo importante es saber que somos nosotros/as los que podemos gestionar nuestro deseo: cuidándolo, alimentándolo o, simplemente, eliminándolo.