
La economía mexicana atraviesa una época difícil, aunque con sus particularidades, sigue la tendencia generalizada de turbulencia y se encuentra presionada por factores externos que han golpeado a casi todos los países y sus habitantes. Aunque el fenómeno es global, las respuestas de los gobiernos han determinado en cierta medida el ritmo y condiciones de la recuperación económica.
La administración de Andrés Manuel López Obrador cumple tres años y seis meses. En el medio llegó la pandemia de Covid-19 que revolucionó las tendencias económicas, laborales y sociales en todo el mundo. Y cuando parecía que las vacunas habían logrado abrir la puerta a una “nueva normalidad”, Rusia invadió Ucrania, lo que ha repercutido de manera importante a todos los países.
Desde el primer año de gestión oficial de López Obrador se iniciaron los primeros cambios y transformaciones en las políticas públicas, la construcción del nuevo aeropuerto Felipe Ángeles, que hoy ya opera, la construcción del Tren Maya, la reforma laboral en materia de outsourcing, la reforma energética que ha incentivado la actividad en refinerías, los grandes programas sociales (Jóvenes Construyendo el Futuro, duplicar las transferencias a los adultos mayores y la histórica ayuda monetaria para personas con discapacidad), los incentivos al campo, y la lista sigue al corte de estos tres años y medio.
Entre errores, aciertos y presiones externas lo más sencillo es decir que el panorama es de claroscuros y, aunque así es, la realidad es un poco más compleja. Por un lado, se observaron algunos avances en materia social en su primer año de gestión y mejoras en indicadores económicos como el tipo de cambio, el consumo y la deuda pública. Pero, por el otro, la crisis de violencia sigue siendo un reto, los precios siguen creciendo y los logros en materia social están en riesgo. Estabilizar la economía y poner “a los pobres primero” se pone difícil.