Si la designación de embajadores fuera un indicador de la importancia que un gobierno otorga a otros países, América Latina no parecería ocupar un lugar muy alto en la agenda del presidente Joe Biden.
En la actualidad, Estados Unidos solamente tiene embajadores en 10 de sus 21 embajadas en la región.
Entre las plazas vacantes están Brasil, la mayor economía, y Chile, uno de los países más prósperos; así como varios estados centroamericanos que son clave para Estados Unidos en términos de gestión de flujos migratorios como El Salvador y Honduras.
La responsabilidad de estos nombramientos no recae exclusivamente sobre la Casa Blanca, pues cada una de estas designaciones deben ser confirmadas por el Senado.
El gobierno de Biden ha nominado candidatos a embajadores para cinco países de la región que no han recibido aún la aprobación de la Cámara Alta, pero no ha hecho ninguna postulación en otros seis casos.
Aunque se trata de responsabilidades compartidas entre el ejecutivo y el Senado, el efecto en términos diplomáticos es el mismo. Y, de acuerdo con los expertos, el resultado no es positivo.
"Tener un representante del gobierno de Estados Unidos con alta autoridad manda un mensaje muy claro de interés, de compromiso con la relación bilateral. Esto no quiere decir que no pueda haber otros funcionarios, pero nunca es lo mismo tener a cargo al segundo que a un embajador. Además, esto se presta a interpretaciones del país receptor que tal vez piensa lo peor, que a Estados Unidos no le importa y eso tiene un impacto muy negativo en la relación", agrega.
Pero aunque la falta de embajadores estadounidenses en América Latina es notoria y mayoritaria, en realidad, más que reflejar el interés o desinterés del gobierno de Biden por la región es una muestra del funcionamiento actual del sistema político en Estados Unidos.
De acuerdo con un reporte del Departamento de Estado de EE.UU., de 227 embajadores que deben ser nombrados por el gobierno de Biden había 80 puestos vacantes a mediados de febrero de 2022.