Mucho, o poco para algunos, pero es innegable que el país avanzó mediante la construcción de instituciones. En el periodo previo a la normalidad democrática, grandes instituciones fueron eje de la modernización y del avance social, como es el caso del IMSS, Infonavit, Conasupo, el Inegi o empresas estatales como CFE y Pemex, entre otras. Ya en la democracia, mediante el consenso político, hay realizaciones nada desdeñables, como la integración de la pluralidad al Congreso, la democratización plena de la Ciudad de México, destacadamente la creación del IFE ciudadanizado, ahora INE, y el Tribunal Electoral. La autonomía plena a la Suprema Corte fue un parteaguas histórico, lo mismo la creación de una diversidad de órganos autónomos, a manera de desconcentrar el poder y dar certeza en la economía y la política. Destaca también el TLCAN como el invaluable promotor de la modernización económica del país.
El balance es favorable a pesar de que hay insuficiencias, como es la desigualdad social o la venalidad en el servicio público y en el quehacer de la política y la economía. También hay problemas que se han acentuado, especialmente el de la insuficiencia del sistema de justicia y el de la violencia, temas que apuntan al acento de la impunidad en sus múltiples variantes.
El régimen actual, con el voto de muchos, llegó al poder con la promesa de abatir la corrupción, la que se dijo era el origen de todos nuestros males. Ahora, no sólo no se le ha ganado terreno, sino que hay una mayor claridad que la corrupción existe, como muchos otros problemas, por la impunidad. Esto es, la legalidad es el desafío y apegarnos a ella involucra mucho más que voluntarismo político o compromiso presidencial.
Sólo un gran acuerdo nacional, incluyente, con participación de la sociedad, podrá dar lugar a un quiebre en la materia. Se debe aprender de lo que se ha hecho bien en el pasado. Mucho de lo bueno nace del acuerdo, de la confianza que se construye entre distantes, adversarios y hasta enemigos para alcanzar un entendimiento hacia la verdadera transformación. Para ello será indispensable romper con la polarización y entender que el cambio que el país requiere es tarea de todos, no de una parte que excluye, descalifica e intimida a los demás.
Liébano Sáenz
@liebano