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El candidato a la presidencia de Irán, de línea dura, podría hacer retroceder al país a un pasado oscuro

por Leticia Montes
16-06-2021

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La lista de desafíos a los que se enfrenta el próximo presidente de Irán confundiría al más capaz de los líderes. Irán está en negociaciones con Estados Unidos sobre cómo revivir el acuerdo nuclear de 2015, y en conversaciones con su némesis regional, Arabia Saudita. El país se encuentra sumido en una crisis económica y está sometido a una creciente presión para realizar reformas. Y cada vez hay más dudas sobre los planes de sucesión del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, de 82 años.

En medio de estas mareas de cambio, la élite política iraní ha decidido que el próximo rostro de la República Islámica debe ser una figura impregnada de sus raíces conservadoras y directamente vinculada a algunos de los capítulos más oscuros de su historia.

Ebrahim Raisi, actual jefe del poder judicial de línea dura con un historial brutal en materia de derechos humanos, se presenta prácticamente sin oposición a las elecciones presidenciales de esta semana, después de que los gobernantes clericales de Irán excluyeran a la mayoría de sus rivales de la carrera para sustituir al saliente Hassan Rouhani.

Si bien el resultado de la votación parece ser una conclusión inevitable, lo que su elección significará para el país no está nada claro. Los analistas afirman que la elección de Raisi, un estrecho aliado de Jamenei, podría significar una represión de la disidencia a nivel nacional y el regreso a un Irán más cerrado a nivel mundial, en un momento crucial.