Injusto y excesivo es asignar al PRI la condición de esquirol, traidor al proyecto para conformar una oposición mayor para contener a López Obrador en sus pulsiones autoritarias. De la misma forma que el secretario de Marina, Almirante Rafael Ojeda, exagera al decir que en el servicio público civil la corrupción es la divisa. Antes y ahora ha habido corruptos, incluso en las fuerzas armadas, pero también hay gente honorable, los más. Nadie tiene el monopolio de la probidad ni de la venalidad. ¿Cuál será la razón del Almirante en descalificar a los actuales servidores públicos no militares? La memoria de René Juárez Cisneros y de muchos otros priistas no da para generalizar lo que sí es una realidad en la cúpula del PRI: su condición de esquirol potencial de la oposición. El PRI fuera de la presidencia involucionó y ya como gobierno después de la alternancia cobijó la desbordada corrupción de gobernadores y del Presidente; en el ocaso optó por un candidato presidencial que le negaba, José Meade, y un dirigente que le afirmaba, René Juárez. Después de la derrota, con el arribo de Alejandro Moreno al PRI la descomposición continúa, además de que el partido sigue siendo rehén del ex presidente que le quiso desaparecer. Dos ex presidentes, Peña y Salinas son los sepulteros del PRI.
La secuela es el descrédito total del PRI, para muchos, sinónimo de venalidad. Que Rubén Moreira, autor intelectual y material del mayor desfalco que haya sufrido Coahuila por financiar campañas en todo el país, sea el hombre fuerte no es casualidad. Ha sido el diputado que en la desgracia de su partido ha sido el más afín al gobierno. Es el dueño de un partido local, por si llegara el tiempo de huir del barco tricolor. Desde ahora invoca el programa del PRI a manera de construir puentes hacia López Obrador y alejarse de la oposición. Intentó un golpe de estado a René Juárez en esta legislatura, no lo consiguió entonces, ahora sí. René Juárez no fue postulado para reelegirse, Rubén Moreira sí y será el coordinador por decisión de Alejando Moreno. Al esquirol no lo frena un sentido de dignidad ni sentimiento de vergüenza, sino que en su empeño pudiera provocar la fractura que volviera ineficaz la encomienda. AMLO no necesita unos cuantos votos del PRI, sino la mayoría y no solo los de la Cámara, también algunos en el Senado. Un esquirol aislado no tiene valor, requiere sumar. El Presidente anticipó en una mañanera que presentaría una denuncia contra Rubén Moreira por pagos multimillonarios de gastos personales por el dueño de AHMSA. No ha ocurrido así; la omisión es mensaje. En estos tiempos se verá quién prevalecerá en el PRI, los históricos o los advenedizos que ahora dirigen y cuya vulnerable situación legal los vuelve rehenes de la extorsión gubernamental. Los priistas en la cúpula con dificultades por corrupción no son pocos, continuarán arrastrando lo que queda del PRI para ganar impunidad y para ello, si es preciso, servir de esquirol. Federico Berrueto @berrueto fberrueto@gmail.com