Felipe León López
A 15 días de las elecciones, la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum
anunció que, a partir del 7 de junio, los estudiantes de la CDMX podrán
regresar voluntaria y escalonadamente a las clases presenciales. Un anuncio que
se complementa con el anticipo de que podríamos regresar al “semáforo verde” y
con ello tener libres prácticamente la reactivación económica y la movilidad
social. Cuidado, porque si detrás de estos entusiastas anuncios hay más fines
político-electorales que una responsabilidad ética de salud pública, estamos
ante un riesgo que innecesariamente debemos correr, además de que la SEP brilla
por su ausencia con un plan integral de retorno a clases.
Si la intención es que, previo a las elecciones, nos olvidemos la
crisis económica y el pésimo manejo de la crisis por la Línea 12, están en la
ruta equivocada, porque tarde o temprano esta improvisación se les sale de
control, pues el ritmo de vacunación no daría para estar en condiciones de un
regreso a clases sin riesgos, cuando podría esperarse a concluir el actual
ciclo y comenzar de cero.
Nuestro país
tiene una población de 127 millones de habitantes. De éstos, se han vacunado a
la fecha 23 millones. La Secretaría de Relaciones Exteriores anuncia que se han
comprometido 38 millones de dosis para julio del año en curso, con lo que se
llegaría a 61 millones de mexicanos vacunados. Una aceleración que cubriría el
50% del total nacional, si todo está en el margen de tiempo anunciado.
Sin embargo,
hay puntos pendientes que cubrir, como es la población rezagada y quienes no
quieren vacunarse, por lo que no será fácil concluir la etapa 2 de la
vacunación (de 50 años y más) en junio. Y aunque inicie la etapa 3 entre junio
y julio (para personas de 40 años y más) ésta podría retrasarse a septiembre u
octubre, si se mantiene el rezago y si no llegan las dosis en tiempo y forma.
La gama más
amplia de población estudiantil del país se encuentra en la etapa 4 y 5 (30
años y más y de 20 a 19), tienen programados vacunarse de julio a septiembre,
apenas a tiempo de que inicia la temporada de enfermedades respiratorias. Y los
de menor de edad, que son los niños, están en la cola, y son los que estarían
por retornar a las clases presenciales a pesar de que la SEP no ha diseñado un
plan integral de sanidad para su retorno y tampoco se espera que sea este año
en su totalidad.
Por supuesto,
el anuncio está tomándose con reservas por la mayoría de los padres de familia
a pesar de que a sus hijos ya les entusiasma la idea de volver a clases y
retomar la socialización necesaria que perdieron el año pasado.
La jefa de Gobierno,
por lo pronto, llamó a un “tequio” a los padres de familia para que acudan a
las escuelas a desinfectar salones y equipamiento para el regreso a clases, sin
un orden ni una descripción de cómo sería y qué deberían aportar los de por sí
gastados ingresos familiares. ¿Y ya hay capacitación para atención sanitaria en
las escuelas tanto para alumnos como para profesores? ¿Algún protocolo acordado
con el magisterio?
Las escuelas
privadas, salvo aquellas que no padecieron la crisis de la no inscripción, en
un 40% no cuentan con recursos para desinfectar aulas y mesas de trabajo, y
mucho menos para instalar protocolos sofisticados como sus similares en Estados
Unidos o países desarrollados.
Ahora bien,
otro perfil del problema, en lo que respecta al sector educativo público, la
situación es muy crítica:
·
Se estima que más de 2,83 millones de estudiantes de primaria
a bachillerato abandonaron la escuela entre abril y agosto de 2020 por la
pandemia, improvisación y la falta de equipamiento. Ellos representan el 10%
del total de los alumnos inscritos.
·
Aunque la UNAM presume que tanto en Preparatorias como
Colegios de Ciencias y Humanidades hubo cero deserciones, lo cual es mentira
porque el tema en realidad no se ha investigado y claro que sí hay un alto
índice de estudiantes que abandonaron las clases por falta de recursos o por
improvisaciones y falta de compromiso de varios los profesores. Esto sin contar
con las semanas que han parado clases los profesores de asignatura de no pocos
planteles por la falta de pagos.
·
A nivel de educación superior, que comprende las
universidades y otras instituciones técnicas y de educación profesional, se
calcula que 305 mil estudiantes dejaron de asistir a clases. Según Statita.com
“un sondeo realizado entre abril y mayo de 2020, casi dos tercios de los
estudiantes universitarios encuestados en México estaban inscritos en programas
con modalidad presencial”.
·
La encuesta ECOVID-ED para la medición del impacto de la
Covid 19 en la Educación y realizada por el INEGI este año, citado por
Educación Futura “los estudiantes no se inscribieron por razones asociadas a la
Covid-19 como el hecho de que alguno de los padres o tutores quedaron sin
trabajo, o por falta de dinero o recursos para comprar un dispositivo
electrónico (como una tv, computadora, celular, tableta o pagar la internet o
la luz)”.
·
Siguiendo con datos de la ECOVID-ED,
“el porcentaje de población que No concluyó el ciclo escolar por motivo de la
pandemia por Covid-19, según el nivel de escolaridad, se observa de la
siguiente manera: preescolar (94.7%), primaria (73.2%), media superior (35.9%),
educación superior (44.6 %); por lo cual, las infancias resultaron el sector
poblacional más afectado”.
·
Además de lo anterior, otro de los principales motivos por
los que los estudiantes decidieron no continuar sus estudios está relacionado
con la poca funcionalidad de las clases a distancia.
·
Aunado a lo anterior, las escuelas privadas que son cerca de
50 mil, un 40% por declararse en quiebra debido a que no tuvieron
reinscripciones, afectando alrededor de 20 millones de alumnos de nivel básico,
medio superior y superior y alrededor de 485 mil profesores y empleados.
El panorama
es crítico, pues no hay una estrategia integral consensuada por la Secretaría
de Educación Pública, las instituciones privadas de educación ni por las
principales universidades públicas de la CDMX y del país, como la UNAM, UAM e
IPN.
El regreso a
las clases presenciales es un desafío y no debe caminar por los tiempos
político-electorales. Es toda una generación que perdió clases, que no están
regularizados y que la enseñanza además de coja por las deficiencias, está en
una crisis mayúscula por el impacto de la pandemia.
Por ello es
que urge una comisión multidisciplinaria encabezada por la SEP y la SHCP (porque
son fundamentales contar con los recursos para la inversión más importante de
un Estado) para que planifiquen un regreso con seguridad sanitaria para alumnos
y profesores, dotándolos de lo necesario para que funciones pero sobre todo,
con las estrategias específicas para recuperar el tiempo perdido: habilitación
de más profesores, apertura de más grupos, capacitación del profesorado,
adecuación de los planes de estudio a las nuevas modalidades, el obligado recursamiento
de materias y grados, la atención a los rezagos y desertores de todos los
niveles, la adecuada atención psicológica para alumnos que han sido afectados
por el encierro y el distanciamiento de sus compañeros y amigos.
El tema no
es menor, es la educación, es el futuro de México y Delfina Gómez tiene que
demostrar sus cualidades para enfrentar el mayor desafío de la post pandemia.
Contacto: feleon_2000@yahoo.com