logo
header-add

El Senado de AMLO

por Federico Berrueto
03-05-2022

Comparte en

López Obrador no debe tener mucho aprecio por el Senado de la República, sentimiento totalmente opuesto hacia los representantes populares o diputados. Los suyos han cumplido a cabalidad con el humillante sometimiento al poder presidencial, como en los peores tiempos del pasado, sin dignidad, pero con jefe. La Cámara de Diputados es la mejor vía para las iniciativas imposibles del Presidente de la República.

No debe extrañar que en la Cámara haya transitado con facilidad el engaño del parlamento abierto para la reforma eléctrica o que en la anterior legislatura haya habido votos de los opositores para la contrarreforma educativa y que la revocación de mandato se diera con las elecciones intermedias. Ahí también surgió la idea de meter a la cárcel a los consejeros electorales, el invento de un decreto interpretativo para violar impune y groseramente la Constitución con motivo de la consulta para la revocación del mandato y criminalizar la oposición con el cargo de traidores a la patria

En el Senado es otra historia. El juego es más complejo y allí sí se alcanza a diferenciar lealtad al proyecto de la sumisión al líder, y el debate adquiere otra dimensión con buenos y buenas polemistas de ambos lados. El mismo Ricardo Monreal, coordinador de la mayoría, es un referente político y parlamentario al que nadie regatea talento y oficio, y quien acredita entereza al de distanciarse de sus pares diputados en el señalamiento al opositor como traidor a la patria. Con discreción, y a veces abiertamente, se deja en claro que el Senado no es un espacio cómodo para el presidente. Previsible que el Senado y no la Cámara la que haya rendido tributo a Porfirio Muñoz Ledo.

Lo mejor del Senado son sus mujeres de la oposición. Del PAN destacan Kenia López y Xóchitl Gálvez. Por el PRI Beatriz Paredes y Claudia Ruiz Massieu. Es una ironía que dos de los mejores parlamentarios hayan sido electos por Morena: Germán Martínez, ahora independiente y Lilly Téllez adscrita a la fracción del PAN. A todas luces justifica su espacio en el Senado Emilio Álvarez Icaza. Dante Delgado es otra figura relevante. No son todos, el hecho es que entre los diputados de Morena difícilmente podría identificarse legisladores de tal calidad, potencial o dimensión.

La iniciativa de reforma de López Obrador recupera un aspecto positivo del Senado: la representación igualitaria de las entidades de la República, que se perdió cuando se introdujo la elección de 32 senadores por lista nacional por representación proporcional. Sin embargo, en sus efectos o consecuencias esa iniciativa propone incrementar la sobrerrepresentación de los partidos mayores y excluye a las minorías.

Es un tanto obtuso e irrelevante argumentar la disminución del número de legisladores por razones de ahorro. En todo caso, hay otros rubros para disminuir gasto. Del todo inaceptable el razonamiento porque es una manera de ocultar engañosamente el retorno al pasado, al presidencialismo autoritario, y a un Congreso sometido a partir de las reglas inequitativas, excluyentes y autoritarias contenidas en la propuesta presidencial.

La discusión de lo absurdo nos remite a la idea de un tiempo perdido, especialmente cuando existen tantos temas dignos de mayor atención; sin embargo, es necesario que las fuerzas políticas en la oposición, de común acuerdo o de manera independiente, fijen posición no tanto sobre la propuesta lopezobradorista, sino para mejorar el sistema de representación y el electoral. Si el presidente ha planteado reformas con un evidente propósito político con miras a la elección de 2024, de allí su contenido claramente demagógico, ¿por qué no replicar con una postura responsable, constructiva y visionaria sobre el régimen deseable y de paso dar curso, en un esquema de inclusión para que la voz del México diverso anule y haga contrapeso al engaño?

En la propuesta presidencial y en mucho de lo que ahora se discute se elude la creciente intervención del crimen organizado en elecciones, asunto no sólo de ejercicio de la autoridad, sino que por su gravedad y aumento requiere de diseño institucional para contener la amenaza mayor al sistema democrático.

Federico Berrueto en Twitter: @Berrueto