Francisco Abundis
La vacuna contra el virus del Covid 19 en la que se
depositan nuestras esperanzas para regresar a la normalidad en el año que
inicia, también es el origen de nuestra incertidumbre. Es razonable que una
vacuna que se produjo en tiempo record genere muchas dudas y que sea motivo de
temor. Las vacunas que normalmente se producen en diez años, para el caso del
Covid 19 se produjo sólo en uno. Los efectos secundarios o colaterales de las
vacunas frecuentemente no son inmediatos y suele tomar tiempo antes de conocerse.
Por ello es razonable que una parte considerable de la ciudadanía en México y
buena parte del mundo tenga sus dudas si quiere ser inmunizado.
De acuerdo con un reporte del Pew Research uno de cada
cuatro estadounidenses “probablemente” o “definitivamente” no quieren aplicarse
la vacuna. Si bien estos porcentajes son preocupantes, de acuerdo con otra
medición del mismo Pew Research realizada en septiembre, casi la mitad de la
población pensaba así. Es decir, la suspicacia ha bajado, pero no deja de ser
alta.
En México el porcentaje de aquellos que dudan o
definitivamente no quieren vacunarse es aún mayor. Esta es la opinión de uno de
cada tres mexicanos mayores de 18 años en nuestro país. Es decir, entre los que
no saben si ponerse la vacuna (10 por ciento) o los que explícitamente dicen
que no se la pondrán (22 por ciento) suman casi uno de cada tres mexicanos (32
por ciento). Comparado con los que no querían vacunarse contra la influenza la
diferencia es sustancial. Más grave aún es que la mayor parte de aquellos que
no quieren vacunarse dicen desconfiar de la vacuna (45%).
Estos porcentajes son sustancialmente distintos a aquellos
que se expresaron contra la vacuna de la influenza. En 2009 cuando se realizó
esa campaña de vacunación el porcentaje de aquellos que no se querían vacunar
(18% ) o los que tenían dudas (3%) eran menores.
Estos números parecen que nos obligan a reflexionar sobre
cuales son los temores de la población ante esta pandemia y su posible
corrección. Con los números observados uno podría concluir fácilmente que hace
falta una campaña de comunicación en la que distintos argumentos deban
convencer a la población de que un mal menor debería de ser irrelevante frente
a un bien superior.
En Estados Unidos de los 2.1 millones de personas vacunadas,
solamente 11 han tenido reacciones alérgicas serias, lo cual representa una
persona en 190 mil vacunadas. Esto parece un porcentaje mucho menor a las
personas alérgicas a penicilina, que son cerca de 1 en 10.
Todos estos riesgos de la vacuna para prevenir el contagio
del virus del Covid 19 parecen mínimos comparados con el peligro de perecer en
esta pandemia. Los números en Estados Unidos son contundentes sin la vacuna.
Para aquellos ciudadanos de 60 años y más, uno de 58 perecerá. Para quienes
tienen entre 40 y 59 años, uno de 833 morirá. Y para aquellos que tienen menos
de 40 años su peligro será menor, sólo uno en 10,000 perecerá.
Los casos en los que algunos profesionales de la salud han
tenido reacciones alérgicas a la vacuna son contados, pero muy visibles
mediáticamente. Hasta ahora son casos aislados, pero muy publicitados. Ello
magnifica el temor del ciudadano promedio.
Las vacunas serán como las encuestas en términos de su
eficacia. Una de veinte fallará o no será efectiva, es decir tienen 95 por
ciento de confianza. No son infalibles, pero no contar con su protección es
infinitamente más peligroso frente al Covid 19. Es evidente que en un cálculo
racional y de probabilidades es menor el peligro de vacunarse a no hacerlo.
Con estos números parece urgente una campaña de
concientización de los riesgos que implica no ser inmunizado. El argumento de
calculo de riesgo racional no será suficiente, tendrá que ser como las mejores
campañas de comunicación atendiendo al efecto emotivo. Hacer cuentas con los
ciudadanos probablemente no es buena idea.
El zar anti Covid en Estados Unidos Anthony Fauci asegura
que si no se inmuniza por lo menos al 75 por ciento de la población no habrá
inmunización de rebaño. Aún sí en México se vacunaran todos los que tienen
predisposición a hacerlo estaríamos 7 puntos por debajo de este objetivo. Todos
aquellos que ponen su esperanza en la vacuna sería útil se armen de argumentos,
se conviertan en voceros y estén listos para convencer a la tercera parte de la
población renuente a la inoculación. Aquí sólo ofrezco algunas ideas para esa
noble tarea.