Fiel a su estilo de jugar con nuestros sentimientos, el presidente Andrés Manuel López Obrador a través de un video para dar a conocer que, pese a sus problemas de salud, sigue adelante, pujante y con talante para robarnos la atención, provocar a sus detractores y poner a debatir a los opinadores. Tanto así que su anuncio testamentario suena más a Silvio Rodríguez que a Juan Domingo Perón o alguno de los monstruos del autoritarismo mundial:
Como la muerte anda en secreto/ y no se sabe que mañana/ yo voy a hacer mi testamento/ a repetir lo que me falta/ pues lo que tuve ya está hecho/ ya está abrigado, ya está en casa/ yo voy a hacer mi testamento/ para cerrar cuentas soñadas.
Con más o menos palabras, el efecto provocado por el anuncio del Testamento del presidente desató una serie de especulaciones y conjeturas, además de subir más la temperatura a los acelerados con la calentura política del 2024. Algunas divertidas, otras llenas de lugares comunes y unas alucinantes.
El académico John Ackerman, quien el 5 de febrero abrirá la convención de militantes de Morena para buscar “la recuperación del partido” y la destitución de Mario Delgado, escribió en La Jornada que “quienes imaginan que López Obrador quisiera heredar el poder político a sus familiares o sus allegados, como si el poder político fuera un bien privado o un título nobiliario, simplemente no conocen a López Obrador (…) ¿Renovar o morir, transformar o marchitar? Esta es la cuestión que todos los simpatizantes de la 4T debemos hacernos hoy.”
¿Qué quiso entender el “radical” comentócrata de la 4T? Sencillamente quiere llevar agua al molino de su corriente y utiliza el anuncio como que es el momento para la renovación del proyecto de la llamada Cuarta Transformación o prepararse para el fin de sus días. Tal cual, pues creen que el proyecto de Sheinbaum representa la renovación del lopezobradorismo, aunque por ahora pocas señales ha dado al respecto.
Varios de los periodistas consentidos de las mañaneras y el foro del linchamiento llamado “Quién es Quién…”, Salvador García Soto, Carlos Marín y Raymundo Rivapalacio, en general, coinciden: ¿Por qué un testamento? ¿Gobernar desde el más allá? ¿Qué lo impulsó a hablar improvisadamente sobre un tema tan delicado?
No en esta coyuntura, pero hace unas semanas el columnista al que supuestamente sí lee López Obrador, Jorge Zepeda Patterson, preguntaba cómo sería la 4T sin Andrés Manuel. Y este es justo el tema central del por qué el presidente y líder moral de los morenistas anunció que tendría un testamento: quién y cómo debe ser la continuidad del lopezobradorismo para que la transformación iniciada por él no se detenga (con lo que esto quiera significar).
Difícil circunstancia en la que se encuentra el presidente porque, precisamente, el 5 de febrero abren el fuego en serio el morenista autollamado “radical” o “lopezobradoristas puros” por el control del partido, del método de selección de sus candidatos y, por supuesto, la candidatura presidencial: la ambicionada corcholata oficial del 2024.
La convención nacional morenista, encabezada por Ackerman y Paco Ignacio Taibo2, han llamado a militantes para recuperar al partido de los moderados, los desviados del proyecto original. En esta figura, no avalada por la dirigencia partidista, destacan figuras reventadas en el gabinete como Víctor Toledo, Pedro Salmerón e Irma Eréndira Sandoval, además de cuadros estatales como Carlos Figueroa Ibarra, Jorge Garandilla, Felipe Ávila, Jesusa Rodríguez, Felipe Rodríguez, Haydee García Bravo, Adrián Arroyo Legaspi, Héctor Díaz Polanco, Frank Rivera, Abelardo Cuéllar, Jaime González, Julián Pérez, Moisés Ahuatl, Bárbara Morán, Diego Sandoval, Eduardo Gandur, Edson Cortés, Jorge Hernández Aguilera, entre otros que han ido sumando de al menos ocho estados del país.
Las primeras señales de calentamiento están a la vista de los gritos y huevazos contra Mario Delgado en Tamaulipas y Aguascalientes, además de una rebelión contra Ricardo Monreal de senadores que contaron con la bendición del secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández.
Después del 2018, los procesos internos para renovar dirigentes y elegir candidatos han sido más que lastimosos, con muchos muertos y heridos políticos en el camino. Las crisis de las candidaturas morenistas y sus malos resultados en la Ciudad de México, Guerrero (donde ganaron la gubernatura, pero perdieron muchísimos votos), Nuevo León y San Luis Potosí son ejemplo del costo político-electoral de su tribalismo, que podrían repetir en Oaxaca, Hidalgo, Tamaulipas y Quintana Roo.
Esta “guerra civil” partidista es como el pleito entre las mejores familias por la herencia de la abuela. En este caso, hay una disputa violenta e ideológica por darle continuidad al pensamiento híbrido de Andrés Manuel López Obrador, que lo mismo jala a la izquierda, a la derecha, al centro, al estatismo o al liberalismo.
Las tesis sobre qué pasaría con Morena cuando se dé la ausencia del liderazgo de Andrés Manuel olvidan que esto ya ha ocurrido en cada escalón de su ascenso político nacional. Después de su paso como líder del PRD en Tabasco dejó al perredismo choco huérfano y a la deriva, siendo copado por las élites del priismo tabasqueño y desplazando a las bases fundacionales. En el PRD Nacional, sin él, sus otrora aliados históricos, los Chuchos de Nueva Izquierda, se apropiaron del aparato burocrático e impidieron la llegada de Alejandro Encinas. A decir de Juan José Rodríguez Prats, paisano, contemporáneo y amigo de López Obrador, allá por 1998, éste le confió que estaba hastiado de sus correligionarios, aliados y tribus políticas de su entonces partido: “hay algo peor que los priistas, los perredistas”.
En la jefatura de Gobierno del DF, ni se diga, con la llegada de Marcelo Ebrard los conflictos entre los llamados MECs y los lopezobradoristas (con Martí Batres en el centro de las disputas) terminaron por encumbrar a Miguel Ángel Mancera a ocupar la jefatura de Gobierno y a distanciarse del perredismo y el movimiento urbano popular.
En fin, sería muy largo de contar las particularidades de cada proceso. Así que, más allá de las conjeturas, es importante observar el comportamiento de los propios morenistas, los herederos naturales, los entenados y las eventuales sorpresas que deriven de esta llamada “cuarta transformación”, porque no hay herencia ni testamento que tenga sellos definitivos e inviolables, cuanto más cuando el líder sigue vivito y coleando, marcando las pautas, abriendo y administrando sus propias crisis porque tanto fuera de la 4T como al interior de ésta, no hay ningún otro liderazgo tan sólido como el de él, a menos que alguien se sienta más lopezobradorista que AMLO.
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