Visibilizar y admitir no sólo la posibilidad de presencia sino de actuación de grupos criminales, en cualquier territorio, incrementa las probabilidades de éxito, permite mejorar la preparación de las fuerzas policiales y conocer el tipo de corporaciones que deben participar en su combate.
Por el contrario, la negativa elusiva del deber del Estado, simplemente acentúa la capacidad de operación criminal y sus nefastas consecuencias.
En contraste con el efecto que se había pensado tras las revelaciones de documentos hackeados que sugieren, desde cualquier nivel de elemental inteligencia militar, que en el caso de la Ciudad de México existe “comodidad” de la presencia de organismos delictivos de alta peligrosidad en centros urbanos como la CDMX, la evidencia demuestra que esta capital nacional es incómoda a los delincuentes… al menos en estos casi cuatro años.
De esa incomodidad surgió el atentado contra el titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch.
Este jueves, en la presentación de resultados de incidencia delictiva ante la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, la Fiscal General de Justicia, Ernestina Godoy Ramos, y García Harfuch, establecieron la base de su trabajo: en la capital nacional, todos los delitos se combaten por igual, sin importar a qué fuero correspondan, pues tienen impacto en este territorio, además de que hay hechos y compromisos en el combate a esas manifestaciones criminales.
Es evidente que los datos muestran una evolución del delito, tanto de alto como de bajo impacto, con una disminución general prácticamente de 51% entre 2019 y este año, en los periodos correspondientes de enero-septiembre, íntimamente relacionada con una transformación en la capacidad de operación policial, que ha permitido la detención de mil 800 delincuentes generadores de violencia.
En administraciones anteriores, como la encabezada por Miguel Ángel Mancera, la negación a la operación del crimen organizado —que también la empleó como Procurador— fue una constante provocadora del aumento de delitos asociados, como el homicidio doloso, que incluso incrementó también en sus niveles de violencia y la cantidad de personas asesinadas en un mismo evento.
Y cuando resultaba imposible negar que la pugna entre grupos criminales violentaba a la CDMX, los hechos se atribuían a delincuentes de municipios conurbados que, decían, venían a la capital nacional a dejar los cuerpos.
Hoy, la presencia de grupos de alto impacto es reconocida y combatida. Tan solo dos ejemplos de resultados: la desarticulación de un grupo liderado por una persona apodada “el diamante negro”, dedicada al robo de transporte de carga en CDMX, Querétaro, Hidalgo, Puebla y Morelos, y la captura de integrantes de una célula afín al CJNG en Coyoacán.
Reconocer no empobrece, en ningún sentido. Reconocer que el trabajo en seguridad pública construye oportunidades. Y este es el verdadero diamante negro en el combate a la delincuencia.
POR SALVADOR GUERRERO CHIPRÉS
Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México
@guerrerochipres