En 1937 se fundó la Comisión Federal de Electricidad para atender la creciente demanda de nuestra nación. Entonces parecía una utopía. Ha cumplido con el servicio público a casi todos los rincones del territorio. Fue sustituyendo a las antiguas compañías eléctricas extranjeras. Se fue adaptando a los cambios en la tecnología hasta nuestros días. Hoy se enfrentan nuevos retos para mejorar la productividad de la empresa pública y para incorporar las tecnologías más limpias, a un costo que permita a la industria, el comercio y la agricultura competir en el mundo, así como reducir las tarifas a los hogares y demás servicios públicos.
La historia de la electricidad en México es una lucha permanente por el control de la energía en manos de los mexicanos. Recordemos que en el pasado las condiciones de prestación del servicio eran impuestas por las empresas extranjeras. Se había logrado superar el control que ejercían poderosos consorcios transnacionales que generaban con diferentes frecuencias, con sistemas desintegrados, contratos laborales desiguales, tarifas diferenciadas y una irracional programación de fuentes energéticas. Que no se nos olvide aquello de la unificación de frecuencias, que llego hasta la donación de enseres domésticos.
No es la perfección, abundan las críticas de consumidores por un servicio que aún le falta mucho para llegar a la llamada “clase mundial”. Conozco el sector eléctrico por haber sido uno de sus trabajadores, cuando colabore con los Contralores Mario Roszenstein (a quien reitero mis condolencias por la reciente perdida de su Compañera Inés Solís) y luego mi querido Maestro Andrés Caso, y por razones familiares de líderes sindicales tanto del SME, como del SUTERM, quien fuera Senador de nuestro Estado, Leonardo Rodríguez Alcaine. Estoy muy unido al Sector Eléctrico. Abundan los casos de profesionales altamente capacitados y trabajadores calificados en el Sector Eléctrico, muchos entre los jubilados con amor a la camiseta. Y no han faltado los pillos de siete suelas, tanto de empresas proveedoras como de trabajadores desleales. Por todo ello, me parece fundamental que el debate y las decisiones legislativas que están por llegar a su final, sean las mejores para los mexicanos.
A los legisladores recuerdo las palabras de un gran Mexiquense, Adolfo López Mateos: “Solo un Traidor entrega su País a los Extranjeros; los Mexicanos podemos hacer todo mejor que cualquier otro País. Cuando un Gobernante Extranjero me pregunta si hay posibilidad de entrar al Negocio de los Energéticos o a la electricidad, le respondo que apenas estamos Independizándonos de las Invasiones Extrajeras que nos vaciaron el País… Les dejo la misión de no permitir que vuelva a caer en Manos de Extranjeros. El resto de las Especulaciones al respecto son Traición a la Patria. Industrializar el País no implica una subasta Pública de nuestros Recursos Naturales, ni la entrega indiscriminada del Patrimonio de la Patria”.