Una de las preguntas más frecuentes que he recibido por parte de mis pacientes es la siguiente: "No puedo dejar de pensar en comida, ¿qué puedo hacer?". Por esa razón, quiero poner sobre la mesa un tema y que considero es de suma relevancia. Primero que nada, quiero que entiendas que la situación que estamos viviendo hoy en día genera mucho estrés por lo que muchas veces usamos la comida como un curita para aliviar el estrés emocional.
La nutrición emocional se refiere a aquellas veces que recurrimos a la comida para sentirnos más cómodos, para aliviar el estrés o para recompensarnos. Va más allá de satisfacer el hambre física y generalmente tendemos a buscar comida chatarra, dulces y otros alimentos que son poco saludables.
Desafortunadamente, la alimentación emocional no soluciona los problemas emocionales, de hecho, en la mayoría de los casos nos hace sentir peor. Después de un atracón de comida no solo permanece el problema emocional original sino también hace que nos sintamos culpables por comer en exceso logrando que no podamos dejar de pensar en la comida.
Quiero que te quede claro una cosa: el hambre emocional no se puede llenar con comida. Puede que comer se sienta bien en el momento, sin embargo, los sentimientos que desencadenaron el uso de la comida quedarán permanentes y, por si fuera poco, muy seguramente te juzgarás por haber comido en exceso, por equivocarte y no tener más fuerza de voluntad.
La buena noticia es que no importa cuán impotente te sientas ante la comida, es posible hacer un cambio positivo. La idea es que aprendas formas más saludables de lidiar con tus emociones, evitar los desencadenantes que te impulsan a comer, detener los antojos así como aquellos pensamientos obsesivos ante la comida. Para que esto suceda, es muy importante que entiendas la diferencia entre el hambre emocional y el hambre física, te comparto algunas pistas que te pueden ayudar a distinguir el hambre física de la emocional:
- El hambre emocional aparece de repente.
- EL hambre emocional aparece en forma de “antojo” de algo muy específico.
- El hambre emocional no se satisface una vez que te sientes físicamente satisfecha.
- En lugar de que se manifieste un estómago que gruñe, sientes el hambre como un deseo que no puede salir de tu cabeza.