El Tratado México, Estados Unidos y Canadá prevé con claridad la realización de consultas entre los tres socios comerciales cuando se producen desacuerdos entre uno o dos de los miembros, en los 75 días que dura este mecanismo institucional. Y si persiste el desacuerdo la siguiente instancia es acudir a un panel internacional. Falta, entonces, mucho camino por recorrer en el plano de la negociación y de lo jurídico, todavía no comienza el recorrido institucional. Estamos en la fase de los escarceos.
Las consultas realizadas hasta hoy tienen antecedentes, pero la oposición partidista y empresarial de Va por México y su líder Claudio Xicoténcatl González, se ocupan de magnificar el desacuerdo en materia energética y partidizarlo –indebidamente lo llaman politizarlo cuando todo lo público es político– a través de los intelectuales orgánicos y el oligopolio mediático con sus estrellas del análisis. Por lo demás están en su papel como oposición que puja con poco éxito hasta ahora para emerger como alternativa antipopular.
El presidente Andrés Manuel los denomina pseudointelectuales, no es exacto, pues significa “Que es supuesto o falso” y por ese camino el debate naufraga porque la descalificación que se hace puede revirarse y todos terminarían siendo pseudo. Además ya es lugar común presentar como “traidor a la patria” a todo aquél o aquella que no cierre filas con Petróleos Mexicanos, la Comisión Federal de Electricidad y la ley de leyes.
No interesa poner en duda la certeza o no del más rudo y grande epíteto para descalificar a un ciudadano mexicano como lo es “traidor a la patria”, sino asumir de mejor manera que existen otras visiones ideológicas y otras interpretaciones de la realidad nacional que se expresan en proyectos de nación o si se prefiere bocetos, pero con 36 años de probada existencia y una abundante experiencia en México a partir de 1982 y desde 1973 en Chile y 1979 en Reino Unido.
En esta perspectiva resulta comprensible la visión de los intérpretes y partidarios del modelo del capitalismo salvaje, mejor conocido en los cinco continentes como neoliberalismo. En tanto que López Obrador lo plantea así: “Ahora, por ejemplo, Estados Unidos y Canadá nos están haciendo un reclamo porque queremos rescatar nuestro petróleo y la industria eléctrica nacional. Bueno, aunque parezca increíble, los reaccionarios de México están defendiendo a las empresas extranjeras, en vez de defender a Pemex y la CFE, están defendiendo a las empresas petroleras, a las eléctricas del extranjero. Son unos traidores a la patria. Pero saben qué, nosotros no vamos a dar ningún paso atrás, México es un país independiente, no es colonia de ningún país extranjero y el presidente de México no es títere, no es pelele de ningún gobierno del exterior”.
Buena definición generalizadora del desencuentro comercial con Canadá y Estados Unidos en el rubro energético y mejor todavía el compromiso presidencial de no “dar ni un paso atrás”, pero “los reaccionarios de México” están en lo suyo, actúan coherentemente y hacen honor a sus antecesores que fueron a Miramar para convencer a Maximiliano que reinara en México, subordinación extrema que se reeditó con Antonio López de Santana y Porfirio Díaz, como explica con frecuencia y claridad el mismo presidente-historiador.
Estamos en la fase de los escarceos frente a Washington y Ottawa y desde ahora AMLO perfila llegar con mucha fuerza y claridad a las consultas y el 16 de septiembre como referente obligado. Y la confianza en Joe Biden estorbará.