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Estudiantes y libertad

por Raúl Contreras
04-06-2023

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La historia occidental reconoce a la Universidad de Bolonia como la primera institución de educación superior creada en el mundo occidental, que se propuso albergar, proteger y acrecentar el conocimiento de las disciplinas universales conocidas hasta el siglo XI.

Conviene tener en cuenta que en la historia, el conocimiento y su transmisión, fueron un privilegio exclusivo de estudiantes que provenían de las élites: la monarquía, la aristocracia y el clero.

En el caso de la fundación de la primera universidad, la propia historia señala que ésta no se estableció por orden del soberano o de profesores organizados, sino que fue una iniciativa espontánea e informal de estudiantes que buscaban acceso al conocimiento a través de los libros.

A pesar de ello, en el siglo XVI —tras el Concilio de Trento— la institución perdió uno de sus baluartes que la habían llevado al éxito: la libertad; pues la Iglesia no sólo impuso sus ideales en la política, sino también en la educación bajo el dogma de la profesión de la fe.

Al paso de los siglos y después de que se estableció en el siglo XX en México a nivel constitucional la obligación del Estado de impartir educación para todos sin discriminación —de manera pública, gratuita y laica— es inevitable señalar que existen dos grandes columnas sobre las que se cimentan las instituciones educativas en nuestra época: el estudiantado y la libertad de pensamiento.

Hoy la Universidad Nacional Autónoma de México está dotada de autonomía —reconocida en la Constitución y su Ley Orgánica— y gracias a que garantiza la libertad de cátedra, investigación y difusión de la cultura, ha logrado ocupar el sitial 104 de entre más de mil 500 universidades del mundo, atendiendo casi a 374 mil estudiantes, por sus más de 42 mil maestros.

Dicho logro es obra de un esfuerzo y sinergia constante entre el alumnado y el profesorado. El mejor ejemplo de ello fue el movimiento estudiantil de mayo 1929 que habría de culminar con el reconocimiento de la autonomía universitaria.

En aquella época, universidad nacional contaba con poco más de 8 mil alumnos. El 23 de mayo, en su Escuela de Jurisprudencia se gestó un altercado entre estudiantes y policías que dejó varios lesionados. El 27 de mayo se congregaron más de 15 mil personas para hacerle saber al presidente Emilio Portes Gil que la autonomía era un anhelo estudiantil y el 10 de julio de 1929 fue promulgada la primera Ley Orgánica.

A nivel internacional, el Academic Freedon Index (AFI), evalúa los niveles de libertad académica de más de 179 países, en función de cinco indicadores: libertad para investigar y enseñar; libertad de intercambio y divulgación académica; autonomía institucional; integridad del campus; libertad de expresión académica y cultural.

Los resultados demuestran que el nivel de libertad está asociado a las formas de gobierno democráticas o autocráticas. Por ejemplo, el declive de la libertad académica en la India, que tenía un nivel comparativo alto durante su período democrático, en la actualidad está en caída por el predominio de un proceso político autocrático acelerado.

En el caso de México, AFI advierte un riesgo de la libertad académica por el posible uso político del erario que hace posible la educación y la existencia de control político en los nombramientos de quienes encabezan las instituciones.

Lo que advierte que la democracia y el binomio: libertad y estudiantado, son elementos insustituibles para garantizar más y mejor educación de calidad.

Como Corolario la frase de don Sergio García Ramírez: “La autonomía es el oxígeno que respiramos los universitarios”.