Raúl Contreras
La democracia estadunidense ha sido cuestionada debido a las
complejidades que están padeciendo las elecciones presidenciales recientes. Las
impugnaciones y acusaciones de que se cometió fraude por el todavía presidente
Donald Trump han venido a exhibir las debilidades de su sistema electoral
caduco e ineficaz.
Durante el segundo conversatorio del seminario permanente de
Democracia y elecciones en el mundo, que la Facultad de Derecho de la UNAM y el
Instituto Nacional Electoral organizan para analizar la problemática que
enfrentan las elecciones en los Estados Unidos, surgieron grandes luces para
poder entender este proceso histórico.
La expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, dijo que no
es conveniente criticar los procesos electorales de un país a la luz de las
experiencias propias. Pero que sí es claro, que el financiamiento de las
campañas es el tema más débil del sistema electoral norteamericano. La interpretación
que se ha hecho de la primera enmienda constitucional respecto del “derecho a
gastar”, ha sido mal aprovechado y existe opacidad en el origen de las
aportaciones.
El excanciller Jorge Castañeda fue contundente al expresar
que Estados Unidos se ha transformado en una democracia disfuncional. Ésta es
la séptima vez —en ocho elecciones— que los candidatos demócratas ganan el voto
popular y no siempre obtienen el triunfo.
Hay que recordar que los ciudadanos estadunidenses no eligen
de forma directa al presidente, sino que lo hacen a través de electores, los
cuales emitirán los votos electorales a su nombre.
Al respecto, el profesor de la Facultad de Derecho,
investigador y diplomático, Emilio Rabasa, advirtió que, de acuerdo con las
legislaciones locales, en 24 estados los electores no tienen el compromiso
legal de votar de acuerdo al mandato popular que les fue dado. El próximo 14 de
diciembre habrá de reunirse el Colegio Electoral para recibir las votaciones y
a tratar de influir en ese proceso es hacia dónde va dirigida la estrategia
legal de Trump, en un esfuerzo desesperado por generar un “quiebre
democrático”, motivado por su personalidad populista y autocrática.
Por su parte, el investigador de la Universidad de Stanford,
Larry Diamond, fue muy categórico al reconocer que la democracia de su país ha
dejado de ser admirable y ejemplar, debido a tantas fallas de su sistema
político-electoral y que, con ejercicios académicos como éste, será posible que
todos aprendamos de los demás.
Lamentó que en Estados Unidos no haya una autoridad
electoral central como el INE; que hubiera tan poca transparencia respecto de
los recursos para financiar las actividades electorales y que el Congreso
hubiera destinado recursos presupuestales insuficientes para garantizar el
proceso.
Sin embargo, destacó que, gracias a la pandemia, hubo el más
alto porcentaje de participación ciudadana en 120 años y que los más de seis
millones de votos populares con que Biden superará a Trump significan el más
alto porcentaje de derrota que ha existido en muchos años.
Y fue contundente al afirmar: no tengan ninguna duda, el 20
de enero el presidente de los Estados Unidos será Joe Biden, ya que existe una
red ciudadana y académica muy poderosa que va a defender la democracia
americana.
A pesar de las debilidades y rezagos que presenta el sistema
electoral analizado, los panelistas coincidieron que se antoja muy difícil que
exista en el futuro inmediato una enmienda constitucional que deje atrás este
sistema tan inadecuado, diseñado desde hace siglos.
Como Corolario, se antojan incumplidos los ideales de Thomas
Jefferson, que pregonaba: “Derechos iguales para todos, privilegios especiales
para ninguno”.
La ley de derechos de autor prohíbe estrictamente copiar
completa o parcialmente los materiales de Excélsior sin haber obtenido
previamente permiso por escrito y sin incluir el link al texto original.