Eduardo Ibarra Aguirre
Joseph Robinette Biden Júnior, mejor conocido
como Joe Biden, logró superar, antes del mediodía del sábado, los ansiados e
indispensables 270 votos del Colegio Electoral (290 contra 214) para
convertirse en el presidente número 46 de Estados Unidos, así sea virtualmente,
en las elecciones con el mayor número de votantes en la más que bicentenaria
historia de la democracia estadunidense, así como en el demócrata más votado al
obtener hasta ahora 74 millones.
Subrayo
hasta ahora porque si bien pareciera del todo irreversible el fallo que dictó el
electorado el súper martes 3, comenzó un litigio político y jurídico a cargo
del equipo de abogados y los estrategas de Donald Trump para que los sufragios
se cuenten y recuenten en varios estados de la Unión Americana donde los resultados
no le favorecieron al partido rojo sólo por el color, lo cual por cierto es lo
más normal en cualquier país que se precie de ser democrático.
Y la autodenominada
clase política y la plutocracia
estadunidenses –Wall Street y el complejo militar industrial en particular–
adoran tanto su sistema político con signos de agotamiento como en el
antidemocrático voto indirecto para elegir al presidente, que nunca dudaron en
invadir decenas de países para exportar e imponer la democracia Made in USA.
Litigio
político y jurídico, por otra parte, que rebasará cuando menos los próximos dos
meses y es preferible que así sea frente a la anunciada expectativa de que los
grupos supremacistas y ultraderechistas pasen a la acción armada como lo anunciaron y tímidamente lo hicieron afuera
de varios colegios electorales. Donald John fue incapaz de marcarles el alto.
También
porque una derrota de esta magnitud durante una gran batalla que llaman “muy
reñida”, para un fuerza política y electoral en pleno ascenso al obtener más de
70 millones de sufragios, más que en 2016, con avances en la Cámara de
Representantes y el Senado en empate que se definirá hasta enero con dos
escaños a nueva elección, no puede ni debe ser ninguneada si de verdad tienen
algún valor las palabras que Biden pronunció la noche del domingo:
“Me
comprometo a ser un presidente que no busca dividir, sino unificar”; que pujó
por despachar en la Casa Blanca “para restaurar el alma de Estados Unidos” y
que ésta “es la hora para sanar”, aunque paralelamente juró “promover las
fuerzas de la decencia (sic), la
ciencia y la esperanza” para dar “la batalla contra la pandemia –que todo
indica fue la causa principal de la derrota del xenófobo y autoritario magnate
inmobiliario–, por la justicia racial y para salvar al mundo al controlar el
cambio climático”.
Es para
temerse que nada será sanado y ninguna “alma” restaurada sin tomar en cuenta la
formidable fuerza del Partido Republicano y del muy reaccionario trumpismo con
y sin Donaldo Pero Biden no es lo completamente opuesto: https://www.jornada.com.mx/2020/11/08/cartones/0
Si se
busca desmontar cualquier expectativa de conflictividad política y social que todavía
no emerge, pues que la cúpula del Partido Demócrata, el mismo Biden y la
virtual primera mujer vicepresidenta, con raíces en India y Jamaica, afrodescendiente,
no le compliquen al neoyorquino y depredador sexual la construcción del amargo
camino de la derrota, complejo para un narcisista político y mitómano impar, quien
no tendrá el temple de asumirlo públicamente y no sería una sorpresa que no se
presente a la ceremonia de entrega del mando presidencial el 20 de enero de
2021, si insisten en vapulearlo. Veremos.
Acuse de recibo
Cita la periodista Fátima
Soto Rodríguez: “...La poderosa fuerza del ejemplo presidencial, como no
tocarse la cara, hace aún falta cuando la amenaza del rebrote está a las
puertas de cinco estados más del país...” Con este párrafo nos muestras tu
sensatez. Ojalá veamos al presidente, desde ya, usar cubrebocas en todo momento
de su actividad pública. Se gobierna con el ejemplo. Abrazo estimado Eduardo”.
Liga: http://www.forumenlinea.com/index.php/42-revistas/forum-en-linea-387/1545-de-nuestros-lectores... Abunda Moisés Edwin Barreda: “Si
vemos bien las cosas, se podría aceptar que la libertad de pensamiento y de
expresión son consustanciales al hombre (epiceno), no han estado ni están al arbitrio
de nadie. En México, para no ir más lejos, nunca ha faltado libertad de
expresión, lo que ha faltado son tanates para usarla, pues desde siempre en
México el usarla significaba perder la libertad o la vida, y durante todo el
periodo de la PRI-dictadura también costaba el empleo –lo menos. Nadie en sus
cabales acepta que el decir repetidamente que la prensa en México ha estado y
está vendida a la oligarquía y al poder económico es seguir la receta
goebbeliana, dado que es verdad incontrovertible hasta para los legos en
ciencias sociales. Además se hace en respuesta a los ataques sistemáticos de
esa ‘prensa vendida’, encabezada por el diario Reforma, convertido ya en libelo
y catálogo de falsedades. No se fustiga a nadie, sólo se responde a todos. Esto
lo comprenden hasta los párvulos…”
http://www.forumenlinea.com/ https://www.facebook.com/forumenlinea forum@forumenlinea.com T: @IbarraAguirreEd