Las fantasías eróticas son pensamientos agradables, excitantes, que mantienen nuestra mente en “clave erótica”, nos ponen en contacto con nuestra erótica interior y añaden sabor a la vida diaria.
En ocasiones se confunden las fantasías con los deseos. Un deseo es algo que recreamos en nuestra imaginación, pero que nos gustaría realizar. Una fantasía suele ser sólo eso: una fantasía, y en la inmensa mayoría de los casos, no se desea realizarla, a veces ni siquiera es posible.
Una persona puede fantasear para hacer más agradable la vida diaria, o puede fantasear para disfrutar aún más un encuentro real (por ejemplo, una persona puede fantasear mientras su pareja le acaricia. Si la persona acariciada utiliza una fantasía, el erotismo de la situación puede ser aún mayor).
Algunas personas dicen que no fantasean, pero todo el mundo tiene breves pensamientos fantasiosos con cierta carga erótica, pensamientos románticos, excitantes, de intimidad, acercamiento o contacto físico.
Algunos ejemplos de fantasías son…
Imaginar cómo sería besar unos labios, acariciar un rostro, abrazar un cuerpo, recrearse en la forma de una cintura estrecha o unos hombros anchos, disponer de un momento romántico con alguien que gusta, conocer a alguien atractivo y compartir momentos de intimidad… o aligerar mentalmente de ropa a algún compañero de trabajo o algún viandante.
Recordar vívidamente experiencias eróticas del pasado que resulten excitantes.
Visualizar lo que se está haciendo con la pareja, como si la persona se lo estuviera contando a sí misma, incluso añadiéndole detalles (frases o palabras que uno de los dos pronuncia en nuestra fantasía, o caricias de determinado tipo, etc.).
Imaginar que se cambia algo de la situación, o la situación entera. Por ejemplo, la persona puede imaginarse en otro lugar y en otras circunstancias (en una playa con los rayos del sol acariciando su piel, con la arena suave bajo su cuerpo y el sonido del mar cerca… ) cambiando los papeles o las circunstancias (por ejemplo, imaginando que es la/el empleada/o de su pareja y su sensual jefe –su pareja- se ha ofrecido a darle un masaje que no sabemos cómo acabará… imaginando que su pareja le acaba de conocer en una discoteca y se han ido a casa a disfrutar de unas caricias juntos…), cambiando los personajes (la que fantasea o el que fantasea puede ser otro/a o cambiar algún rasgo de su cuerpo en su imaginación… o puede cambiar algún rasgo de su pareja, o directamente imaginarse recibiendo estas caricias de un actor/actriz muy sexy que le guste especialmente, imaginarse recibiendo estas caricias de algún amigo/a o conocido/a que le atraiga, ese/a chico/a tan atractivo/a de labios carnosos que se ha visto en el metro, ese vecino del quinto con esos hombros y ese pecho tan fornido, esa chica tan atractiva con la que nos cruzamos en la calle…) cambiando o añadiendo detalles (por ejemplo, imaginando que su pareja le está susurrando al oído palabras sensuales o excitantes, o que se está realizando una práctica erótica innovadora, que le guste especialmente o que nunca se ha probado…), imaginando que en la escena están presentes más personas (todas las que se quieran y haciendo lo que nosotros/as queramos), asignando un papel o rol a cada personaje (un papel activo o pasivo, un rol de dominación o sumisión… se pueden añadir tantos adornos o diálogos como se quiera) e inventado una historia que resulte erótica y recreándose en ella, etc.
Recordar simplemente imágenes o escenas eróticas que se hayan visto previamente en películas, revistas, etc.
Hay personas que rechazan estos pensamientos mientras comparten una caricia o un momento erótico con su pareja. Algunas mujeres y algunos hombres sienten placer con las fantasías eróticas, pero al mismo tiempo se sienten mal o culpables por recrearlas en su imaginación. En algunos casos esta sensación de malestar se debe a que piensan que están “traicionando” de alguna forma a su pareja. En otros casos, la inquietud proviene de creencias similares a las siguientes: “eso (fantasear) realmente lo hacen las personas a las que su pareja no les gusta” o “eso lo hacen las personas que no logran excitarse normalmente” (creencias que, por cierto, no se ajustan a la realidad).