La Reserva Federal (Fed) tiene por fin lo que quería y preveía: señales de una recuperación económica en Estados Unidos que podría reparar parte del daño causado por la pandemia de COVID-19.
Sin embargo, para cuando el Comité de Política Monetaria (FOMC) del banco central inicie su reunión de dos días el martes, los analistas no esperan incrementos en las tasas de interés ni señales de un fin de las políticas de inyección de dinero aplicadas para ayudar a la recuperación del país, a pesar de algunos temores por un aumento de la inflación.
De hecho, los funcionarios del banco central manifestaron claramente que no se dejarán llevar por subidas temporales de precios para realizar cambios bruscos o frenar las medidas de estímulo.
En las últimas semanas, el gobierno informó de los primeros indicios de que las vacunas contra el COVID-19 están haciendo que los trabajadores despedidos vuelvan a sus empleos y acaben con el sufrimiento de las empresas, duramente afectadas por los cierres destinados a frenar el contagio.
Los datos del Departamento de Trabajo mostraron que las solicitudes de subsidios por desempleo alcanzaron el punto más bajo desde el comienzo de la pandemia, mientras que la economía recuperó 916 mil puestos de trabajo en marzo, lo que hizo que la tasa de desempleo bajara ligeramente.
Las ventas al por menor se dispararon en marzo hasta un 27.7% superior a la tasa del año anterior, antes de la pandemia, mientras que el índice de servicios del Instituto de Gestión de Suministros alcanzó un máximo histórico el mes pasado y las ventas de viviendas nuevas alcanzaron el nivel más alto en 15 años.
Sin embargo, incluso con señales de que la contratación se recuperó, más de 17 millones de personas siguen sin trabajo y el presidente de la Fed, Jerome Powell, advirtió que la economía no alcanzará el “máximo” nivel de empleo este año.
La Reserva Federal actuó con rapidez cuando comenzó la pandemia de COVID-19 en Estados Unidos en marzo del año pasado, reduciendo su tasa de interés de referencia a cero e intensificando las compras de activos para inyectar liquidez en la economía.
Estas medidas, junto con los billones de dólares en estímulos económicos aprobados por el Congreso, sirvieron para evitar que la mayor economía del mundo sufra una recesión mayor.
Pero la promesa del banco central de mantener sus tasas bajas durante más tiempo despertó el temor de que la Fed permita que la inflación se le vaya de las manos.
Sin embargo, Powell y otros funcionarios reiteraron que, aunque esperan que la inflación repunte a medida que la economía mejore a lo largo de este año, no esperan que el aumento sea duradero.
Planean retrasar el aumento de la política de préstamos hasta que la inflación supere el 2.0% y se mantenga en ese nivel durante algún tiempo -no especificado-, y prevén que este “despegue” de las tasas no se producirá hasta después de 2023.
Se trata de un cambio en el enfoque de la Fed, que subía las tasas antes de que los aumentos de precios fueran visibles en los índices, y llega después de una década en la que la inflación se mantuvo por debajo del objetivo del 2.0%.
Ya hubo señales de los aumentos esperados, con el índice de precios al consumidor subiendo un 0.6% en marzo, su mayor aumento mensual desde 2012, lo que lo sitúa un 2.6% más alto que hace un año.
Hunter cree que el aumento de los precios “puede terminar siendo un poco más persistente de lo que la Fed espera”, y señaló las crecientes expectativas de inflación, así como los informes de que las empresas están luchando por recuperar a los trabajadores, lo que podría empujar los salarios al alza.
Con información de AFP