Fertilizantes, barril sin fondo.
Eduardo Arvizu Marín
Mañana Lunes 13 será un día importante para la causa que se le instruye a Emilio Lozoya Austin. Bueno, una de ellas.
Se trata del proceso que se sigue por la venta a precio inflado de una planta de fertilizantes nitrogenados ubicada en las inmediaciones del complejo industrial de Coatza-Mina, en el Estado de Veracruz.
Era una planta que había pertenecido a la entonces empresa estatal de Fertilizantes llamada Fertimex y que tenía dedicada, como su nombre sugería, a la producción de fertilizantes nitrogenados. La llamaban “Pajaritos 1”, que formaba un conjunto con la cercana Planta “Pajaritos 2”, enfocada ésta a la producción de abonos químicos de otro origen.
Con el paso de los años y el cansancio gubernamental de estarle echando dinero bueno al malo en la producción de fertilizantes, durante la venta de garaje de bienes públicos algunas plantas de Fertimex fueron adquiridas por Altos Hornos de México, de Alonso Ancira, entre otros compradores de las 13 plantas productoras que tenía esa empresa del Estado.
Por razones estructurales del campo mexicano, las condiciones internacionales del mercado de materias primas, el complejo “Pajaritos” de Fertimex tuvo diversos altibajos de precios, hasta que no fue negocio y se abandonó hasta casi llegar a la chatarrización. Si en el mundo la tecnología industrial avanza a pasos exponenciales, pues para el 2013 la planta productora adquirida por Ahmsa estaba obsoleta, pese a las inversiones que se le habían hecho.
Y es en esta parte en que ocurre la intervención de Emilio Lozoya, hoy sometido a juicio por la compra de “Agronitrogenados”, nombre corporativo que le pusieron a la vieja planta de “Pajaritos 1” de Fertimex.
Se cumplía apenas el primer año de gobierno Salinista y al Señor Lozoya le despertaron el interés por reingresar a Pemex al mercado de los fertilizantes químicos y fue cuando inició el proceso por adquirir la planta de “Agronitrogenados”, a la que se le había hecho inversiones pero nunca correspondientes con los que la modernidad reclamaba.
Vino entonces la causa eficiente de uno de los dos procesos que se le siguen al Señor Lozoya Austin, que es la compra con sobreprecios de la multicitada planta ubicada en la costa Veracruzana.
En Diciembre de 2013 se concretó la operación y Pemex puso 275 millones de dólares sobre la mesa. Es este el punto que debe quedar aclarado y que mañana tendrá un día toral dentro de uno de los procesos judiciales que le instruyen a Lozoya.
Cuánto valía en realidad la planta de Agronitrogenados, si se encontraba en la obsolescencia por casi chatarrización? De cuánto es el diferencial que se pagó en lo que debería considerarse un sobreprecio por los fierros herrumbrosos que fue a comprar Lozoya.
El tema de mañana lunes es que se cumple el plazo para que, en este juicio, Lozoya Austin pueda acogerse al llamado ‘criterio de oportunidad’, figura jurídica establecida en el 21 Constitucional y regulada por el Código Penal de Procedimientos Penales. A fin de que eso suceda, deben llegar a un acuerdo la Fiscalía, el Juez y la defensa el que establezca precios reales de la referida operación y, en todo caso, cuál fue el sobreprecio que se le aplicó.
Por lo pronto, el Señor Ancira, quien se acogió al criterio de oportunidad para recuperar su libertad, aceptó reintegrar 200 millones de dólares al erario y es muy reciente que entregó una cuarta parte, es decir 50 millones, en resarcimiento por lo que recibió en esa operación que Lozoya comandó a través de la empresa conocida como Pro Agro.
Hace unos días, durante una mañanera, el Presidente de la República bateó por medio de uno de sus ‘macaneos’ la propuesta de resarcimiento que deslizó Lozoya. Desde su reposo en el Reclusorio, mandó decir que estaba dispuesto a regresar 5 millones de dólares. López Obrador puso esa bola en la tercera hilera del segundo piso del estadio, una vez que el pitcher le lanzó una dejadita de las de costumbre.
Lo inmediato es el acogimiento al criterio de oportunidad, lo que se debe conocer tan pronto como el último de los peregrinos del Tepeyac hayan tomado camino de regreso a sus comunidades, una vez que cumplieron con la procesión religiosa más numerosa del mundo a un solo Santuario en una sola oportunidad.
Esto es, el Lunes.
La historia los señala
El negocio de los fertilizantes químicos siempre ha sido malo para el Gobierno, cuando no ruinoso y ha dejado el camino empedrado de personajes que resolvieron lo patrimonial hasta de sus bisnietos.
Desde mucho antes de Díaz Ordaz ese empeño fertilizador lo tenía una empresa llamada “Guanos y Fertilizantes” y el Poblano Don Gustavo tuvo la ocurrencia de poner en la dirección a su yerno, Salim Nasta, casado con su hija Guadalupe, popularmente conocida como ‘Avecita’.
Hasta 1978, López Portillo transformó el concepto y empujo al Gobierno al quehacer industrial masivo de Fertilizantes con la creación de la empresa estatal Fertilizantes Mexicanos (Fertimex), a partir de fusionar a algunas empresas de fertilizantes que existían en Monclova, el Istmo y en el Bajío.
Parecía no tener mayor ciencia. Una especie de nacionalización.
En el Terreno químico solo hay tres elementos naturales básicos para la obtención de fertilizantes: N, P y K, esto es, Nitrógeno, Fosforo y Potasio. Claro, sin considerar la elaboración de fertilizantes orgánicos que se hacen básicamente de heces de aves y murciélagos, además de desechos compactados de basureros a los que llaman “composta”.
Cuando funcionaba Fertimex, tenía el problema de que los precios de los químicos se entregaban bajo subsidio. Ergo, nos costaba a todos por la vía del presupuesto.
Había un “negocio” inmoral e ingente que enriqueció a varios funcionarios a lo largo de años, tanto a los altos directivos como a los que se encargaban de la comercialización.
Era tan simple como comprar fertilizantes químicos a precios subsidiados, como los que tenía al alcance Fertimex, y exportarlos a través de empresas propias o familiares a precios internacionales, que eran superiores. Nunca se supo que alguna autoridad Ministerial o Jurisdiccional haya emprendido acciones contra nadie por estas operaciones.
El tema es que la producción de fertilizantes ha sido un tradicional barril sin fondo para el erario, que siempre nos ha costado a todos.
Eso sin contar las comisiones y eventuales latrocinios que se cometieron en la construcción de plantas tan importantes y emblemáticas como lo fue la del Puerto Lázaro Cárdenas, que en algún momento fue la quinta fábrica mundial de fertilizantes químicos.
Con sarcasmo, un contralor de Fertimex decía durante un recorrido por los kilómetros de calles interiores que tenía la planta:
“…Mire, decía este contralor, eso que brilla en el piso como trozos de vidrio costaron como si fueran pepitas de oro…”
Se cometieron enormes abusos, lo hicieron un barril sin fondo, más caro que si hubiesen vendido a precio de fama el que usaba como escondite el Chavo del Ocho.
Hasta que un día decidieron incluir a Fertimex en el outlet de organismos estatales y paraestatales. El tianguis de fierros y activos convirtió a ‘Pajaritos 1’ en el corporativo ‘Agronitrogenados’ que ante el fracaso y chatarrización encontró en el brillante joven Lozoya la mente adecuada para retornarla a los haberes de Pemex.
Eso sí, con un sobreprecio que en principio le está costando 200 millones de dólares al Señor Ancira y que este Lunes debe conocerse cuánto ofrece resarcir Emilio Lozoya. Después, procesalmente no hay mañana para acordar el novísimo y sorprendente ‘Criterio de Oportunidad’.
A menos que la Fiscalía y el Juez encuentren buenos motivos para abrir los tiempos.
Les deseo un gran día de sol.